Falta de educación, poco tiempo y otras razones por las que los mexicanos no leen

Falta de educación, poco tiempo y otras razones por las que los mexicanos no leen

Foto: Enfoque

En México, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México las personas leen en promedio 3.4 libros cada año, siendo uno de los países que menos llevan a cabo esta actividad. Esto a pesar de que se fomenta el hábito con la celebración de ferias y convenciones, actividades que si bien se hacen bajo la premisa de impulsar la lectura, no siempre logran su cometido.

 

Hoy, por ejemplo, en Puebla se llevó a cabo la inauguración de la Fiesta del Libro 2024, un evento que tiene como principal objetivo incentivar a los poblanos a la lectura siendo un espacio abierto a todo tipo de público. Si bien esa es la premisa, en los hechos no todas las personas asisten a este tipo de eventos, ya que estuvo en su mayoría vacío momentos después de la inauguración.

 

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Al momento de la apertura del evento, los principales asistentes eran estudiantes de nivel primaria, a quienes llevan a dar un recorrido en aras de que, a su edad, vean la lectura como una actividad disfrutable con la que también se pueden divertir y pasar un momento agradable en el que echan a volar la imaginación.

 

Sin embargo, en el espacio también había personas mayores, algunas de ellas cercanas a la tercera edad, quienes desde pequeños vieron en la lectura una forma de ocio que los atrapó. En menor cantidad, también hay grupos estudiantiles que visitan esta feria del libro, con la finalidad de encontrar a sus autores favoritos o para encontrar nuevas piezas literarias.

 

En un sondeo hecho por Imagen Poblana, los asistentes hablaron sobre sus hábitos de lectura, afirmando que la falta de tiempo y la nula educación son factores importantes por los que la gente no lee. Señalaron que la poca lectura entre los mexicanos se debe a que desde pequeños no se da una educación que oriente a las personas a leer, aunado a lo atractivo de otras formas de ocio.

 

Rairu y Jazmín son estudiantes de Filosofía y Letras, por lo que la mayor parte de los libros que consumen son orientados a dicha materia, un aproximado de 15 libros cada año; no obstante, en el caso de Rairu, cuando no se trata de lecturas sobre filosofía, lo que más lee es teología, llegando a la misma cifra anual de 15 textos.

 

 

 

Desde su punto de vista, una de las principales causas por las que la gente no lee es que muchos no tienen el tiempo para hacerlo tras de sus actividades cotidianas, sumado a la falta de acceso a los materiales y la nula formación del hábito. Otro factor es que cuando se trata de enseñar a leer se hace como algo obligatorio, por lo que muchas personas crecen sin las ganas de hacerlo por cuenta propia.

 

“Te lo enseñan más como obligación que como una actividad que te sirve en la vida y que debes disfrutar. Es más porque es a la fuerza, porque lo tienes que hacer que porque tú quieres hacerlo y lo vas a disfrutar”, dijo Jazmín.

 

Por su parte, Rairu explicó que muchas personas no leen debido a que la mayoría de los materiales disponibles no son del agrado de todos. “No a todo el mundo le gusta leer ‘La Odisea’ o cosas así y, a veces, encontrar un material que te guste es complicado; a veces hasta encontrar PDFs tiene su chiste. Implica no sólo dificultad, sino también cierto tiempo que no toda la gente adulta tiene”, agregó.

 

Por otra parte, Óscar Santillán expuso que en su caso, él se dedica al teatro, por lo que es casi una necesidad estar leyendo constantemente obras, aunque al finalizar el año puede llegar a cuatro textos leídos, es decir, cerca del promedio que arroja el INEGI. En su caso, él opina lo contrario a los estudiantes, pues ve en la obligación de leer desde pequeño una parte fundamental para crear el hábito.

 

“A nosotros nos obligaban a leer, entonces, yo crecí con la obligación de que era obligatorio leer”, aseveró. Hizo hincapié en que la lectura se puede enseñar sin importar el tipo de texto, pues hay todo tipo de contenidos, por lo que el reto está en descubrir cuál es el que más interesa a uno. En su caso, los que más le llaman la atención son los históricos que revelan cómo era la sociedad antes.

 

Sobre la educación para que las nuevas generaciones lean, Óscar dijo que hubo un momento en que los más jóvenes, así como los adultos, estuvieron atrapados por el “boom” de los celulares, pero poco a poco eso cambia. Explicó que hoy en día se trata de volver a otros modelos donde la información dentro de los libros sea vista como algo más atractivo que un celular o dispositivo.

 

En tanto, Salvador Hernández mencionó que para él la lectura es algo que le forjaron desde la escuela cuando sus profesores le decían que si no podía comprar un periódico, al menos leyera los titulares, como una forma de instarlo a leer bajo cualquier circunstancia. Ahora que es adulto, trata de tener siempre a la mano algo que leer, todo con el fin de no dejar de hacerlo.

 

“Decía un profesor también, ‘si dejas de comer una semana no te vas a poder comer todo en un fin de semana’, en la lectura, no te vas a poder comer todo lo de un libro en un fin de semanas”, afirmó Salvador.

 

Para él, uno de los mayores factores por los que hoy la gente no lee es que cada vez tienen menos la capacidad de concentración que requiere un libro. Si bien hay personas que quieren hacerlo, el no ser capaces de centrar su mente por minutos o incluso horas, no les permite leer aunque lo intente, algo que le atribuye al contenido que se ve en internet que es estimulante pero de corta duración.

 

Por último, Jesús señaló que la lectura en él es algo casi innato, ya que viene de una familia de escritores, pues su abuela era hermana del poeta Gregorio de Gante. Estar tan relacionado a las artes literarias lo llevó a ser un ávido lector, al grado de que afirma que hay días en los que termina un libro completo, algo impensado para el grueso de la población.

 

En su experiencia, la mejor manera de empezar a forjar lectores es mediante la educación, pero no necesariamente en las aulas, sino poniendo el ejemplo desde casa con los hijos. Para que las infancias se interesen en leer, es menester que vea en su entorno inmediato, sus padres, se dé este hábito con frecuencia, pues de lo contrario, por más que se intente, no habrá quien lea.

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