Los próximos 10 o 15 días, el país experimentará las mayores temperaturas registradas en la historia y esto podría generar altos niveles de contaminantes debido a la presencia de ozono, alertaron investigadores del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM.
Cuando aumenta la temperatura, también lo hace la concentración de ozono en el aire. Existe una relación meteorológica entre ambas cosas y este es otro factor que será dañino para la salud de la población.
El cambio climático aumenta la intensidad y frecuencia de las olas de calor; a su vez, el calor extremo, agravado por los incendios forestales, daña sensiblemente la calidad del aire a gran escala.
Ann Harrison, asesora de política sobre cambio climático de Amnistía Internacional, menciona que el cambio climático y la calidad del aire están unidos inextricablemente. Los mismos contaminantes que provocan el cambio climático empeoran la calidad del aire, lo que crea riesgos para la salud humana, daña los ecosistemas, disminuye la productividad agrícola y pone vidas en peligro a diario.
Cuando aumenta la temperatura, también lo hace la concentración de ozono del orden de 7 u 8 partes por millón y, aunque no hay una causa-efecto directa porque ambos fenómenos son consecuencia de una mayor radiación solar, sí existe una relación en las condiciones meteorológicas y las reacciones químicas se ven favorecidas por las altas temperaturas.
El ozono se forma gracias a reacciones fotoquímicas entre otros contaminantes primarios, principalmente óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, y en menor medida, monóxido de carbono.
Estas sustancias son emitidas de forma natural pero también artificial, y reaccionan en la troposfera por acción de la luz solar, formando así el ozono. El tráfico es el mayor contribuyente de estos precursores en la formación del ozono. También lo son las emisiones de procesos industriales y los sistemas de aire acondicionado.
El ozono también está considerado como un gas de efecto invernadero y contribuye a un aumento de la temperatura global. También es clave en la formación del smog fotoquímico.
Las mayores concentraciones de ozono se dan cuando las condiciones atmosféricas están marcadas por la estabilidad, la ausencia de viento y lluvias, y la alta insolación. Estos periodos se dan sobre todo en los meses de verano. La velocidad de la formación del ozono en la troposfera se ve incrementada por la mayor radiación solar, pero también con las emisiones antropogénicas. Por eso, en verano, se dan las mayores concentraciones de ozono.
La combinación, por tanto, de altas temperaturas, emisiones del tráfico, uso de aires acondicionados e incendios, empeoran la calidad del aire y cuando hace calor se dan los picos de concentraciones de ozono.
Pero eso no significa que en temporada de frío haya mejor calidad del aire; en las frías y largas noches de invierno, que además suelen ser despejadas y poco ventosas, la superficie terrestre se enfría rápidamente, y transmite ese frío a la capa de aire más próxima al suelo.
Al amanecer, esta capa inferior, que debería ser más caliente y menos densa, es más fría y pesada que las capas superiores, por lo que queda inmovilizada. Así se interrumpe la habitual circulación del aire, y los contaminantes quedan atrapados cerca de la superficie, sin posibilidad de dispersarse en la atmósfera.
Estas inversiones térmicas limitan los movimientos ascendentes del aire debido a que la densidad del aire decrece con la altitud. Esto provoca que el aire no pueda elevarse en zonas con inversión, ya que el aire más frío y denso queda atrapado en las zonas más bajas. Esto, por ejemplo, dificulta la dispersión de contaminantes.