Cada 17 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Hipertensión Arterial con la finalidad de promover la concientización y los esfuerzos para prevenir, diagnosticar y controlar este padecimiento. La hipertensión es una enfermedad que se presenta cuando se eleva la presión arterial en forma sostenida por encima de los valores considerados normales. Habitualmente no da síntomas, por este motivo se la considera el "asesino silencioso".
La hipertensión arterial es la enfermedad crónica más importante para el desarrollo de enfermedades vasculares a nivel de los riñones, cerebro y corazón. La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe sobre los efectos devastadores a escala mundial de la hipertensión arterial, que incluye además recomendaciones sobre cómo vencer a este asesino silencioso.
Según el informe, aproximadamente cuatro de cada cinco personas con hipertensión arterial no reciben un tratamiento adecuado; con todo, si los países logran ampliar la cobertura, podrían evitarse 76 millones de muertes entre 2023 y 2050.
De acuerdo a la Secretaría de Salud, en el 2023 había más de 30 millones de personas en el territorio nacional que viven con hipertensión arterial; es decir, uno de cada cuatro mexicanos tiene este padecimiento y 46 % lo desconoce.
La hipertensión arterial ha estado ligada al consumo de la sal; sin embargo, muchos son los mitos que se han creado a su alrededor, considerándola incluso como una de las bestias negras de la nutrición por sus efectos negativos en la salud.
En investigaciones llevadas a cabo por científicos, se ha descubierto que la relación no es tan directa como se creía y que están involucrados otros factores, como la capacidad del riñón para excretar o conservar el sodio como regulador de la presión arterial.
La sal proporciona un sabor característico a los alimentos. Se trata de la única roca conocida comestible por el ser humano. Cuando hablamos de la sal, en términos químicos estamos hablando de un compuesto de cloro y sodio, que forman el cloruro de sodio (NaCl).
El consumo de sal es necesario para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo, pero siempre y cuando sea en las cantidades adecuadas recomendadas, ya que el uso excesivo de sal puede conducir a trastornos tempranos en nuestro organismo. Por tanto, es necesario conocer todos los aspectos, buenos y malos, de la ingesta de sal en relación con nuestra salud, y en particular con la cardiovascular.
Algunas de las funciones que requieren del cloruro de sodio para existir son las de nuestros músculos y nuestro sistema nervioso: cerebro, tálamo, médula, nervios. Las funciones musculares y nerviosas no podrían ejecutarse sin la sal. La razón es que el sodio participa en la transmisión de los impulsos entre las células, mientras que el cloro desempeña un papel fundamental en el mantenimiento del equilibrio ácido-base.
Cuando hay mucho sodio en los fluidos corporales, el cuerpo nos da una señal de que necesitamos beber agua. El exceso de líquido se filtra entonces a través de los riñones, así se regula el nivel de líquidos y se protege de la presión arterial baja.
El cloro permite el buen funcionamiento del hígado y contribuye a la producción de los jugos gástricos. En conjunto con el sodio y el potasio ayuda a repartir el agua en nuestro organismo. Igualmente participa en mantener el equilibrio y favorece el transporte del CO2 en la sangre.
La relación entre el sodio y el incremento de la presión sanguínea, se dio en 1904, pero no fue hasta 1940 cuando el científico Walter Kemper demostró que una dieta de arroz cocinado con poca sal hacía disminuir la presión sanguínea en quienes la tenían alta. Aunque muchos estudios demuestran que la reducción de consumo de sal disminuye la presión arterial, los efectos se presentan únicamente en personas hipertensas, obesas y ancianos, pero no hace que aumente en quienes la tienen normal. Desechando también la creencia de que la sal engorda.
En resumen, la sal no es lo único que causa el aumento de la presión, ni todo el mundo responde igual al sodio. Los afectados por enfermedades como presión alta, diabetes, dolencias crónicas del riñón entre otros, tienden a ser más sensibles a las enfermedades relacionadas con la ingesta de sal.