Declinación a favor de un candidato, ¿realmente ayuda a ganar una justa electoral?

Declinación a favor de un candidato, ¿realmente ayuda a ganar una justa electoral?

Foto: FreePik y Enfoque

A falta de 17 días para las elecciones, la coalición “Fuerza y Corazón por México” y el partido Movimiento Ciudadano se enfrascaron en una nueva disputa en la carrera presidencial. El dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, dijo a Jorge Álvarez Máynez, candidato de MC, que si declina a favor de Xóchitl Gálvez él renunciará a su candidatura plurinominal y a su papel en el partido tricolor.

 

Máynez no aceptó la oferta, pues dijo que es señal de que ya rebasó a Gálvez en el segundo lugar. Las declinaciones han cobrado relevancia porque en varios municipios de Puebla se han dado, en específico dos en San Pedro Cholula con Noemí Luna, del PSI, a favor de Tonantzin Fernández de Morena, y Abundio Sandre, de Nueva Alianza, a favor de Isauro López de MC.

 

 

Se cree que con esto los candidatos beneficiados podrían revertir una situación de desventaja en una contienda o que ayudaría a acentuar aún más una victoria. Pese a que se han comentado, no queda claro cómo una declinación podría ayudar a un candidato en cuestión de votos, o si esto realmente ha aportado a ganar una elección en otros procesos electorales.

 

¿Qué implica declinar a favor de un candidato?

 

La declinación no existe propiamente en las leyes electorales de México, ya que en la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE), en el artículo 241 sólo se contempla la renuncia a una candidatura. En caso de que esta se haga 30 días antes del día de la elección, podrá sustituirse con otro perfil, pero si se da después, entonces el puesto quedará vacío.

 

En este sentido, cuando un candidato anuncia que declina en favor de otro, es más un acto simbólico que uno de beneficio electoral. La declinación sólo significa que el aspirante que se baja de la contienda llama a los electores a darle la preferencia al otro, pero no se transfieren los votos que este reciba.

 

Dado que las boletas electorales ya están impresas y no se pueden modificar, los votos que se den en favor del candidato que declinó, no pasarán a contarle al otro aspirante, pero sí ayudarán a que el partido de quién se bajó de la carrera mantenga su registro. Tampoco se podrán transferir los recursos económicos para hacer campaña al otro partido o aspirante.

 

Para que algo similar ocurra, los candidatos y sus partidos deben formalizar su coalición, algo que este proceso tuvo como fecha límite el 5 de noviembre del 2023. Fuera de tal escenario, el panorama seguirá igual para los candidatos que sigan en la contienda, pues tampoco hay garantías de que los electores que darían su preferencia a uno, opten por quién se declinó.

 

A lo largo de los años, varios candidatos han declinado a favor de otros, en algunos casos ayudándolos a ganar revirtiendo las desventajas, aunque en unos más sin mayor repercusión. Un caso donde se presume que la declinación favoreció la victoria fue en la elección por gobernador del 2015 en Nuevo León.

 

En ese entonces el candidato de MC, Fernando Elizondo, declinó a favor de Jaime Rodríguez “el Bronco”, quién se posicionaba en las encuestas como segundo o tercer lugar. El resultado fue el triunfo de Rodríguez por una ventaja de 25 puntos sobre Ivonne Álvarez, del PRI. A cambio, Fernando Elizondo fungió como coordinador de Administración Pública en el estado hasta el 2017.

 

A nivel presidencial, la declinación más reciente que se ha dado fue en el 2000, cuando Porfirio Muñoz Ledo, candidato del extinto Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), declinó a favor de Vicente Fox del PAN. Esto dejó a Fox sólo contra Cuauhtémoc Cárdenas del PRD y Francisco Labastida del PRI, lo que a la postre también representó menos competencia para su victoria.

 

En 2015 en la contienda por la gubernatura de Michoacán también se dio una declinación a favor del que fue el candidato ganador. Gerardo Dueñas Bedolla, del Partido Humanista, hoy sin registro, dejó su aspiración en favor del perredista Silvano Aureoles, quién se alzó como gobernador ese año, aunque el apoyo del Partido Humanista pudo ser mínimo, ya que ganó por casi diez puntos de diferencia sobre el priista Ascención Orihuela.

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