Solo hay un día de diferencia. El Día del Niño fue fijado en 1924 en México, como una celebración, pero el Día del Trabajo es una fecha conmemorativa del primero de mayo, que recuerda a los Mártires de Chicago de allá por 1886. Pero tratándose de niños, ambas fechas se juntan día con día, porque pese a las luchas que se dan al respecto, miles, millones de niños en el mundo y desde luego en México trabajan, a veces desde la primera infancia. Yo recuero haber escrito una crónica sobre niños de tres años a los que vi trabajando hace tiempo en las playas de Acapulco. El trabajo infantil es cotidiano y aceptado sobre todo por los familiares. Son ellos los que los impulsan y hacen que trabajen a veces en buena parte del día. De acuerdo a la Encuesta Nacional del Trabajo infantil, en este momento trabajan en Mexico alrededor de 3 millones 700 mil niños en las más diversas ocupaciones. Más de la mitad en oficios que están prohibidos por la ley Federal del Trabajo, se están aplicando.
EL TRABAJO INFANTIL SUELE TENER LA APROBACIÓN FAMILIAR
Recuerdo que cuando se dio la tragedia en la línea 12 del metro, murió un jovencito de once años, que venía de trabajar a esas horas, cerca de las diez de la noche, al lado de su padre al que ayudaba. Lo singular es que su madre lo estaba esperando en la estación cuando ocurrió el accidente. Esa mujer junto con el padre aceptaban el trabajo nocturno del jovencito. La madre más tarde fue asesorada por abogados, exigió una enorme cantidad al gobierno local. Al parecer la mujer es una de las personas que acompañan a la opositora en algunos actos. Su culpabilidad en aceptar el trabajo de su hijo nunca se ha discutido. De acuerdo a las encuestas en torno a la ocupación infantil, el trabajo puede darse en el campo y los vemos en las zonas de zafra cortando verduras, o en servicio de apoyo a veces duros en la construcción, mandados y otros oficios. Uno de estos el doméstico, en el que muchos suelen tener ocupaciones también pesadas que se oponen a la ley, pero ordenadas por los propios padres. Y no se sanciona ese aspecto.
GRANDES GENIOS HAN TRABAJADO DESDE NIÑOS
Quizá en algunos de los 3 millones 700 mil niños que trabajan en México y que suelen expresarse en 60 por ciento de niños y 40 por ciento niñas, pueda haber algún genio. No es remoto que entre esos trabajadores infantiles que representan más del 13 por ciento de los más de 40 millones de niños y adolescentes del país, haya no uno sin muchos genios. La historia es prolija en todos aquellos que desde su infancia fueron obligados a trabajar y aquí en México hay varios que se quejan. Un caso extraordinario es el poeta nacional de Francia Arthur Rimbaud, que realizó todo tipo de oficios, en su infancia y adolescencia, antes de darse a conocer como el gran poeta que fue. Es sabido que Arthur se fue a los 19 años de su país y dejó la poesía. Murió a los 37 años. Otro caso de ese país es el de Minou Drouet la niña prodigio autora de la famosa novela Niebla en los ojos (Bruguera 1969) que a los siete años, para escepticismo de la gente que no lo podía creer, escribía poemas a diestra y siniestra. Para demostrar que ella era la que escribía, se puso a escribir poemas y hojas de redacción con historias, lo que convenció. Pero algunos envidiosos que ya eran famosos, uno de ellos el escritor poeta y cineasta Jean Cocteau, dijo que todos los niños eran poetas. Y despreció así la radiante niñez de la niña, para aplacarla. Eso afectó a Minou, siguió escribiendo y ya como adulta dio a conocer varias obras, pero nunca en calidad de genio.