El segundo debate tuvo un menor interés que el primero, según lo observado entre ciudadanos de a pie y entre miembros de familias, pero sí se notó un cambio en las actitudes de las dos candidatas. No puede decirse que fulana o mengana ganó de manera contundente. O que perengano ya está a la par que las otras. Nada extraordinario.
Pero lo que sí es motivo de análisis son los cambios de actitud y de discurso de Xóchitl Gálvez y de Claudia Sheinbaum. Tal parece que ambas fueron aleccionadas para que se comportaran y discursearan conforme a su personalidad habitual, sin fingimientos.
Me explico. Xóchitl Gálvez volvió a ser Xóchitl Gálvez, es decir, se asumió como la política desenvuelta y sin pelos en a la lengua para decir verdades a quien sea y como sea. De ahí que no pocos coincidimos en que ella ganó el debate y que recuperó los puntos perdidos tras comentarios y actitudes de quinto patio, como la de llamar “güeyes” a ciertas personas y sacar el chicle masticado.
Claudia Sheinbaum también cambió mucho su manera de desenvolverse, porque si en el anterior debate tuvo el tino de no defender las barrabasadas del presidente, lo cual ocasionó las rabietas del primer mandatario, en este último debate la Sheinbaum no midió ni tantito sus palabras para hacer referencia, aunque implícita, del presidente Andrés Manuel López Obrador, sobre todo en avisar de los programas que tendrán continuidad.
Claudia Sheinbaum, en el primer debate, se asumió como candidata sin titiritero. Ayer, otra vez los hilos de su campaña y discurso eran manejados por “ya sabes quién”.
Y Máynez… pobre Máynez, por más que quiere hacerse el simpático con su sempiterna sonrisa, nomás no encaja en el ánimo de los electores. De él, lo único que se puede decir, de manera positiva, es que quiere crecer, se le nota, pero fracasa en el intento.
Lo que sí es un hecho contundente, es que Xóchitl Gálvez puso en aprietos a Claudia Sheinbaum al restregarle todas las corruptelas y errores cometidos en el pasado y presente. Y si después de esto, Claudia se atreve a decir “ganamos el debate”, tenemos una clara “sonrisa de nervios”.
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Muy molesto tiene a Leobardo Soto, dirigente de la CTM, la creación del Sindicato Nacional Todos Unidos por México (SNTUPM), porque además de que está teniendo aceptación entre diversos trabajadores de variadas industrias, ya ha conseguido afiliar a todos los trabajadores de la Cooperativa la Cruz Azul, productora de cemento y que tiene una planta en Palmar de Bravo, Puebla.
Entonces, eso tiene muy enojado a Leobardo Soto, al grado que echó maldiciones contra su otrora “amigo” y dirigente del SNTUPM, Rogelio López Alvarado, quien por cierto acaba de fallecer por una enfermedad crónica.
Desde luego que la muerte del dirigente no será el fin del SNTUPM, porque ya hay dirigente interino y la afiliación de nuevos trabajadores avanza de manera constante.
Por cierto, el SNTUPM no está con el PRI ni con Morena, ni tampoco era priista y cambió a morenista, como otros sindicatos y dirigentes han hecho sin rubor alguno.