La expansión geográfica de enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria y el dengue, se aceleraron en las últimas décadas, según advirtió la profesora Rachel Lowe del Centro de Supercomputación de Barcelona. Esta aceleración se debe a que las condiciones dadas por el cambio climático, propician la proliferación de estas enfermedades y podrían propagarse a partes del norte de Europa, Asia, América del Norte y Australia, en las próximas décadas, afectando regiones que antes no estaban en riesgo.
La profesora destacó que el calentamiento global crea las condiciones idóneas para que vectores biológicos de enfermedades, como los mosquitos, se establezcan en nuevas áreas, donde la población sea inmunológicamente vulnerable.
“El calentamiento global debido al cambio climático significa que los vectores de enfermedades que transmiten y propagan la malaria y el dengue pueden encontrar un hogar en más regiones, con brotes que ocurren en áreas donde es probable que la gente sea inmunológicamente ingenua y los sistemas de salud pública no estén preparados… La cruda realidad es que las estaciones cálidas más largas ampliarán la ventana estacional para la propagación de enfermedades transmitidas por mosquitos y favorecerán brotes cada vez más frecuentes y cada vez más complejos de abordar”, aseguró Lowe.
En particular, el dengue tuvo una rápida proliferación debido a que las estaciones cálidas ahora son más prolongadas.
“Las sequías e inundaciones relacionadas con el cambio climático pueden provocar una mayor transmisión del virus, y el agua almacenada proporciona criaderos adicionales de mosquitos. Las lecciones de brotes anteriores subrayan la importancia de evaluar los riesgos futuros de enfermedades transmitidas por vectores y preparar contingencias para futuros brotes”, afirmó la profesora.
De no tomarse medidas drásticas, las proyecciones para el futuro indican que el número de personas en riesgo de malaria y dengue podría aumentar para finales de siglo. Sin embargo, para mitigar estos riesgos, Lowe abogó por mejorar la vigilancia y la alerta temprana, combinando el monitoreo de insectos portadores de enfermedades con pronósticos del clima.
“Al analizar los patrones climáticos, encontrar criaderos de mosquitos con drones y recopilar información de las comunidades locales y los funcionarios de salud, esperamos darles tiempo a las comunidades para prepararse y protegerse”, finalizó Lowe.