Pegajosa, grasosa y correosa, así es la carne de perro

Pegajosa, grasosa y correosa, así es la carne de perro

Foto: Freepik

Los "famosos" tacos de suaperro, que en antaño fueron motivo de broma, en la actualidad son una realidad. La polémica en torno a la carne utilizada en la preparación de tacos o a la venta al público por kilo, totalmente cruda, resurgió con la detención de la "Mataperros de Bosques de San Sebastián".

 

Y aquí surge nuevamente la interrogante, ¿qué estamos ingiriendo al pedir unos tacos o al acudir a una carnicería?, ¿cómo podemos diferenciar la carne de perro de la de res o cerdo? La Asociación Coreana de Nutrición subraya que existen cuatro elementos principales para distinguir la carne de perro y de esta forma evitar salir estafado.

 

De acuerdo con varios testimonios de personas que han llegado a comer este tipo de carne en tacos o algunos otros platillos, destacan que el olor es realmente fuerte, además de que el aroma que desprende es diferente al de res o cerdo.

 

En cuanto al sabor de la carne de perro, se puede decir que es de textura correosa, difíciles de masticar e ingerir; todo esto resultado tanto del maltrato físico como de la alimentación, lo cual los hace un riesgo para la salud. La carne de perro suele ser muy dura, pues la composición muscular de los caninos resulta diferente de animales como los cerdos o vacas.

 

Otro punto para tomar en cuenta es que, a diferencia del resto de los alimentos, la carne de perro tiene demasiada grasa y a medida que se cuece, suelta una mayor cantidad de “jugo” que puede distinguir fácilmente el consumidor.

 

Al estar en contacto con otros materiales, como el plato en que se sirve o la tortilla en la cual se sirva el taco, la carne de estos animales se puede adherir muy fácil, por lo que su consistencia pegajosa puede ser un indicador clave en la identificación de este tipo de alimentos. Así que si llegas a observar que el trozo de carne se ha adherido a la masa y es difícil separarla, puede que se trate de perro.

 

La Organización Mundial de la Salud ha alertado sobre el consumo de estos animales, ya que representan un riesgo para la salud humana, pues las condiciones en las que son “resguardados” los perros no son las óptimas y se pueden desarrollar enfermedades como la triquinosis, cólera y rabia.

 

La carne de perro contiene una considerable carga microbiana, y además de los fármacos que consumen estos animales para el control de plagas, que no están pensados para ser inocuos al hombre, no hay control de enfermedades, ni alimentación adecuada para su posterior consumo. Los perros en este lado de occidente se crían con fines de compañía o viven en la calle.

 

Los comerciantes de perros y gatos arrebatan animales de las calles, roban mascotas de los patios traseros o se las compran a sus dueños.

 

La carne de perro no está dentro de la clasificación de consumo apto para humanos en las normas sanitarias oficiales de México; sin embargo, existen puestos de comida que ofrecen platillos que hacen pasar a este animal como borrego o cerdo.

 

Los principales países en los que todavía se come carne de perro son China, Corea del Sur, Indonesia, Camboya y Vietnam, aunque la mayoría de los habitantes de estos países aseguran no tener ya a perros y gatos en sus menús habituales. En Corea del Sur, los canes son criados en jaulas estériles, sin comida, agua ni protección adecuada contra los elementos.

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