En la lucha por el cambio climático, los árboles también cuentan. No será suficiente con detener o reponer la tala de bosques, reforestar las ciudades y proteger los pulmones del mundo. El planeta necesita más árboles en todos sus espacios, ciudades, metrópolis y poblados rurales. Pero no se trata de cualquier árbol, sino de determinados árboles que, por una parte, consuman más CO2 y lo conviertan en oxígeno, y/o, por otra, produzcan más sombra y ayuden directamente a menguar las altas temperaturas.
La plantación de árboles en sitios deforestados puede contribuir a compensar las emisiones de dióxido de carbono, pero si se hacen con especies poco adecuadas, pueden fracasar y terminar aportando a la atmósfera más carbono del que secuestran.
"Todos por los árboles" es un documento de la SEMARNAT que incluye una guía de reforestación y los aspectos que se deben tomar en cuenta al momento de elegir las mejores especies de árboles. Además, señala que la plantación de árboles en las ciudades de manera planificada y organizada puede significar muchos beneficios para la sociedad.
Antes de reforestar espacios en el hogar, escuela, jardín, una banqueta, un camellón, un parque, un lote baldío o un área con vegetación natural, es necesario saber que no todas las plantas logran sobrevivir y que solo algunas llegan a alcanzar edades adultas. Además, es necesario tomar en cuenta el tamaño y crecimiento del ejemplar hasta su edad adulta: pequeños (menos de 6 metros), medianos (entre 6 y 15 metros) y grandes (más de 15 metros), para evitar problemas con la infraestructura urbana.
Por ejemplo, las raíces pueden levantar banquetas, romper tuberías o dañar cables o bardas. Las copas anchas o altas pueden chocar con el cableado de luz o teléfono, entre otras afectaciones.
Expertos en el tema recomiendan plantar especies nativas, que son aquellas originarias de una región geográfica específica, donde llegan a crecer y desarrollarse de manera natural.
En México, existen varios árboles nativos, entre los que sobresalen el espinillo, el espinillo blanco, el maple o acer, el aile, el palo de agua, el cuajiote, el mulato, el copalillo, el palo bofo, el cedro blanco, el tejocote, el palo verde, el colorín, el fresno, el encino, el roble, el guamúchil, entre otros.
Por su parte, la NASA, las cadenas de ciencias naturales de la BBC y algunos medios ecológicos enlistan los árboles que al parecer producen más oxígeno y captan más CO2. Afortunadamente, se encuentran dentro de este listado árboles que pueden desarrollarse en México.
El alcornoque, también conocido como encino, es capaz de absorber hasta 4 toneladas y media de CO2 al año a la vez que produce una gran cantidad de oxígeno.
La acacia de tres espinas es otro de los árboles que más oxígeno. También conocida como Gleditsia triacanthos, es uno de los árboles de crecimiento rápido, alcanzando los 30 metros en menos de 40 años. Es originaria de Argentina y tiene una capacidad de absorción de poco más de 1 tonelada de CO2 al año.
El olmo común, este árbol de origen mexicano también es otra de las especies más extendidas por el planeta. Y, aunque su capacidad de producción de oxígeno y de absorción de CO2 no llega a la tonelada, el olmo común o Ulmus minor sigue siendo uno de los árboles que más facilitan la limpieza del aire. También se utiliza por sus pocos cuidados y resistencia a variaciones de temperatura.
La jacaranda, este árbol tan utilizado en parques y jardines de las grandes ciudades por su tamaño y sus preciosas flores malva también lleva a cabo una función saneadora. En su caso, durante su proceso de respiración vegetal produce una gran cantidad de oxígeno y puede llegar a absorber más de 1 tonelada de CO2 al año, por lo que ayuda enormemente a purificar el aire contaminado. Aparte de jacaranda, tiene otros nombres, como jacarandá, gualanday o tarco.
Plantar árboles tiene muchos beneficios para nuestra salud, tanto a corto como a largo plazo, y esta acción tan sencilla repercute en el futuro del entorno.
Los árboles en grandes masas como bosques funcionan como amortiguadores de los ruidos; retienen las partículas de polvo que hay en el aire; liberan vapor de agua que refresca el aire y lo humedece; fijan el CO2 atmosférico y lo convierten en oxígeno.
Donde hay árboles, se crean pequeños ecosistemas donde viven animales e insectos que protegen el suelo, evitando el desgaste y la erosión; intervienen en el ciclo del agua, ya que devuelven agua a la atmósfera por medio de la evaporación; además, retienen también agua de lluvia permitiendo que se filtre a los diferentes acuíferos, evitando sequías e inundaciones por cada árbol que se planta, garantizando agua para tres personas.