En el ámbito digital, el término "usuario" denominó desde los inicios de la computación, sin embargo, ahora está siendo cuestionadas por líderes de la industria. Adam Mosseri, jefe de Instagram, es uno de los personajes centrales en este debate. Cada viernes, Mosseri realiza sesiones de "pregúntame cualquier cosa" en Instagram, donde discute sobre la aplicación y su compañía matriz, Meta. Recientemente, destacó el éxito de Threads, la nueva red social de Meta, señalando que ahora cuenta con más de 130 millones de usuarios activos mensuales. Esta cifra es un claro indicativo de crecimiento, pero la facilidad con la que Mosseri intercambia "personas" por "usuarios" revela una perspectiva que podría ser vista como reduccionista.
Históricamente, "usuario" se remonta a los días de las computadoras de mainframe en los años 50, cuando designaba a empleados entrenados que operaban estos equipos masivos. Con el tiempo, la tecnología se volvió más accesible, y la terminología evolucionó para incluir a cualquier persona que interactuara con un sistema informático. Sin embargo, el término "usuario" se volvió un término genérico aplicable casi a cualquier visión a largo plazo o gran idea, lo que plantea la pregunta: ¿Es "usuario" aún un término relevante?
Don Norman, pionero del diseño de la experiencia del usuario, argumenta que el término "usuario" se adoptó porque los primeros tecnólogos asumían erróneamente que las personas eran como máquinas, una pieza más en el sistema. Esta visión ha sido cuestionada recientemente, con voces dentro de la industria sugiriendo que se cambie "usuario" por términos que reflejen más precisamente la humanidad de los involucrados. Janet Murray y Jack Dorsey, por ejemplo, propusieron alternativas como "interactor" y "cliente", respectivamente, buscando un lenguaje que fomente una mayor conexión y respeto hacia el individuo.
La reciente tendencia de humanizar la interacción entre tecnología y personas es evidente con el surgimiento de la IA conversacional, que se promociona más como un "copiloto" o "colaborador" que como un simple "bot". Este cambio sugiere una evolución en la relación entre humanos y máquinas, una que reconoce la participación activa y hasta el placer de los "usuarios" en estas dinámicas.
Así, la terminología que utilizamos no es solo semántica; es un reflejo de cómo las personas ven el mundo y cómo interactúan con él. La transición de "usuario" a términos más precisos y humanizados podría ser un paso crucial hacia una comprensión más auténtica y respetuosa de nuestra interacción con la tecnología. Mientras el debate continúa, la industria tecnológica está llamada a reconsiderar cómo sus palabras afectan la percepción y la realidad de nuestras interacciones digitales. (Notipress)