Casi seis años después, todo está más enredado que un queso oaxaqueño. Pero en el inicio, en el trayecto y en las puntas de la madeja han quedado las huellas de los culpables de tanto desvarío, de los auténticos instigadores del desmadre que van a heredarnos: a saber, la ignorancia, el odio, la soberbia y la absoluta incompetencia para gobernar un país tan grande como lo es México.
La sonata mayor acompaña al réquiem: la Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador –que nadie sabe aún en qué consiste-- no es amiga de los pobres, es amiga de la pobreza.
Todo forma parte de un proyecto para pauperizar a México. La desinformación, la inopia, la vida constreñida anuncia la tragedia.
Si los secuestros los sufren los ricos y no los pobres, entonces todos deberemos ser pobres para acabar mágicamente con el delito, ha dicho en una de sus matinés cómico-electoreras-político-musicales el indecible caudillo.
Y no, no se trata de buenas intenciones con malos resultados. Se trata de perversas intenciones con pésimos resultados para la gran mayoría, es decir, para todos. Tenemos hoy muchos más pobres que hace sólo seis años. Para el ala radical de Morena es música a los oídos: tendrán más población votante. Esa es la ecuación ñoña.
Porque los políticos radicales de Morena no son líderes morales, son empresarios del poder. La ideología está convertida en borrachita de cantina, lista para que cualquier mesero la utilice como limpiador, recoja las copas de los parroquianos y les pregunte a bocajarro: “¿otras o las mismas?”
Mientras, el sistema, extenuado de tanto pillaje, se encuentra en el callejón sin salida al que hace mucho debió llegar. No desesperarse, la pandemia le “cayó como anillo al dedo” para los fines macabros. Y sigue la tragedia de los pésimos y saqueados sistemas de salud, la falta de medicamentos porque el dinero se fue a las obras faraónicas del aspirante a dictador que ideologiza chamacos en lugar de brindarles enseñanza.
Creó más pobres, porque eso es lo que conviene. La perversión está por encima de la política social, por encima de la República. La pandemia fue un agravante, la economía ya había sido destruida en los primeros meses del sexenio. Tan sólo en el primer trimestre resultaron 16 millones de nuevos pobres, en extremo de hambre.
Represión caracteriza a Sheinbaum
Los pobres, en la óptica del ala radical de Morena –de la que no puede zafarse la “corcholata” Claudia Sheinbaum-- no pueden ser audaces.
Eso está reservado para los fifís, ésos que, usted recuerda, al ser secuestrados y violentados en la capitalina avenida Juárez son capaces de tramitar un amparo para que un juez federal les reconozca el derecho constitucional de arribar al Zócalo del corazón de México, el plan original.
Pero amparados y todo, no se salvan de las pandillas de los cien chairos del suburbio de abajo contratados por quien era jefa de gobierno, para reventar la tranquilidad de los manifestantes. Mentarles la madre, apedrearlos, denostarlos, atacarlos con la fiereza de nuevos “halcones” para convencerlos de que el Zócalo es propiedad de Morena, de los incondicionales radicales y de nadie más.
Cien chairos, una cuota muy reducida de simpatizantes de Morena, apoyados por miles de soldados, no desaparecidos granaderos y policías de garrote y escudo, de gas lacrimógeno, caballos y chorros de agua sucia, son el batallón del desagravio, la fuerza falangista de la aspirante a la Presidencia de la República.
Dividió, segmentó, parte la plancha del Zócalo con vallas metálicas de refuerzo que hacen exclamar a las indignadas redes: ¡demasiado corral para un solo burro!
Yéndose esa del cargo a proseguir su campaña que ya lleva ya más de dos años y medio, la sociedad civil pudo recuperar la Plaza de la Constitución con actos cívicos multitudinarios y memorables.
Además de empobrecer, saquean
Los pobres que el sistemita Tepetitán reproduce a placer no tuvieron la audacia del ex director del Instituto Robin Hood para renunciar a tiempo, antes de que la talentosa María de la Luz Mijangos, su esposa, titular de la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción, le echara el guante, una vez que Jaime Cárdenas comprobó que le están robando al pueblo… ¡lo robado!
Una vez que comprobó que evaluadores y ajustadores de ese Instituto son, digamos, más sofisticados que los patronos del Nacional Monte de Piedad. No sólo cotizan más caro y cobran más barato, sino sustraen oro, diamantes, rubíes, de las joyas…y todo lo que esté mal acomodado. Jaime Cárdenas es audaz, preparado, eficiente y honesto con el país. Renunció porque no se prestó al juego, no sólo porque le tema a la cónyuge, que no es poco decir.
Puras coincidencias: Mijangos, la fiscal anticorrupción, fue designada inicialmente para investigar el origen del patrimonio de Manuel Bartlett, titular de la Comisión Federal de Electricidad, no obstante los lazos de amistad y compañerismo que los unen desde hace décadas, desde que trabajaron para el desaparecido Consejo Federal Electoral de la Secretaría de Gobernación.
Y para rematar, el saqueo de las Afores
Saquear, saquear y saquear. Los hijos de AMLO, los titulares de organismos como el IMSS, el ISSSTE, de todas las dependencias públicas se dedican a extraer recursos del erario que el imaginario público piensa que es distraído de sus fines para alimentar campañas políticas, pero que en realidad va a al bolsillo de los saqueadores.
Más saqueo: el plan maestro para caer de ya sobre las Afores de todos los trabajadores y obreros. Es que ya se dieron cuenta de que el dinero de casi un centenar de fideicomisos desaparecidos y saqueados como el Fonden, por ejemplo, fue puro cuento chino de matinés palaciegas donde se asientan el engaño y la mentira.
AMLO va ahora por 40 mil millones de pesos que no son suyos. Es lo que le faltaba para rematar el sexenio: meter su asquerosa mano en los ahorros de los mayores de 70 años que no hayan reclamado hasta el momento el saldo de su pensión.
Y como no le van a alcanzar esos recursos seguirá proponiendo que los recursos ahorrados por quienes hayan cumplido los 65 años, también pasen a su poder. Ya encontró el caminito. Y sus manadas, perdón, sus bancadas en el Congreso no le dirán que no.
López Obrador ha llegado a extremos porque azorado ve lo que nunca imaginó. Le crecen los enanos, y los días tienen más de 24 horas. Sus reales simpatizantes no superan los ocho millones, su voto duro.
Y no, nadie ha querido irse, hasta que se va. Ya vienen en camino los rarámuris, la gente de Ocosingo, los productores de Chihuahua, los campesinos de Tamaulipas. Y aunque no lo crea la comandanta Sheinbaum las cosas se le van a poner muy feas.
El ala radical de los morenistas ha provocado que los audaces fifís les ganen la partida.
Y de paso, que el caudillo haya sufrido lo que sintió Drácula cuando le clavaron aquella estaca. Fue demasiado que su “corcholata” no haya defendido a sus corruptos vástagos ni a su “gran obra” de gobierno. Peor aún, que no haya chairos impidiendo ese infortunio. La audacia es el nombre del juego. Pero los radicales no conocen la palabra. Ellos sólo hablan con largas pausas y de brinquito.
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