Si alguna vez hubo un candidato de Morena con posibilidades de obtener un triunfo en las Cholulas; si hubo un momento en que algún abanderado del partido oficialista en esa región tuvo algunos puntos a su favor, ya puede desde ahora considerarse un perdedor y fracasado, no por sí mismo, sino por el grotesco actuar de esa mujer que tiene como estrategia de campaña la bufonería.
Sí, claro, hablamos de Nay Salvatori, una candidata morenista que, a través de los años, ha demostrado ser un casi clínico, digno de analizar por un estudioso de la conducta humana. Mejor dicho, de la mala conducta humana.
Solo alguien con escaso entendimiento podría hacer mofa de los ciudadanos que, por desgracia, han caído en las garras de la delincuencia en el transporte público. Solo alguien con poca, muy poca, sensatez se atrevería a pensar que su bufonesca actuación daría risa. Y peor, en tiempos de campaña.
Lástima por los demás candidatos de Morena en las Cholulas a los que no les pareció graciosa la broma de mal gusto de esa mujer y no prorrumpieron en carcajadas.
Lástima realmente por los candidatos de Morena de por allá que actúan con cordura y toman la política con seriedad, porque ahora tienen que competir contra sus rivales políticos y contra las malas acciones de la impresentable Nay.
A todo esto, qué dirá Mario Delgado, el dirigente nacional de Morena. Suponemos que debe estar muuuy indignado con Nay. ¿O no?
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Solo eso faltaba. Ya no hay nada peor que pueda ocurrir en México. La primera, segunda y tercera transformación (la cuarta es un mal chiste) quedaron hechas trizas. Los próceres que adornan la publicidad oficial estarían rojos de vergüenza. Alí Babá y sus cuarenta ladrones se indignarían por el despojo que sufrirían los mexicanos.
Solo esa mala acción le faltaba cometer a López Obrador y sus diputados serviles: despojar a los mexicanos de su fondo de ahorro para el retiro, un recurso que ha sido atesorado con esfuerzo, guardado celosamente, protegido de pillerías, librado de saqueos.
Hoy, al insigne gobierno federal se le ha ocurrido que quiere hacerse de esos recursos para financiar lo que irresponsablemente ha prometido: dar pensiones a cual más, regalar dinero a los que deben trabajar (ninis, para ser más específico), prometer a diestra y siniestra, por tiempos electorales, “apoyos” para el futuro.
¿Cómo se puede entender y aceptar que el gobierno mexicano pretenda despojar a la población de lo suyo, de lo que ha ahorrado a lo largo de su vida?
Pero hay algo en lo que la 4T no ha reparado: en su afán de escamotear el fondo de ahorro, al primero que va a fregar es al “pueblo bueno y sabio”; los primeros que van a sufrir las consecuencias serán los que hoy en día dan la vida por López Obrador.
¿Acaso el pueblo bueno y sabio estará dispuesto a ser despojado con tal de complacer los planes maquiavélicos de su líder?
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México, el gobierno mexicano, pelea con uñas y dientes para defender su soberanía en Ecuador. Tiene toda la razón, no es posible aceptar un atropello de tal magnitud, una violación a los acuerdos de la Convención de Viena en cuanto a relaciones diplomáticas. Ni siquiera los países más beligerantes ni los dictadores más adocenados se han atrevido a tanto.
Pero también, ¿a qué gobierno serio y escrupuloso se le ocurre asilar a un delincuente, a un corrupto que tiene orden de captura, a un maleante de cuello blanco?
A ver qué día el presidente mexicano explota también en la defensa de organismos autónomos mexicanos, en la defensa de grupos agobiados por la delincuencia, en la defensa de niños enfermos…
A ver qué día, la estentórea secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena, clama también por las vejaciones que connacionales sufren en Estados Unidos.
A ver qué día, el caricaturesco Roberto Canseco, encargado de la embajada en Ecuador, se tira al piso, patalea y hace el ridículo también por los mexicanos que han sido víctimas de la delincuencia.
A ver qué día, los ciudadanos mexicanos y sus instituciones tienen la suerte de ser defendidos con uñas y dientes.