Ya estamos en Semana Santa y con ello vienen múltiples celebraciones religiosas, aunque para muchas personas este es más un tiempo de relajación y diversión. En este sentido, uno de los días que más se aprovechan es el sábado de Gloria, día en que la gente acude masivamente a balnearios, parques acuáticos y cuerpos de agua para refrescarse, pero también recurren a refrescarse en casa.
Quienes no pueden, o no les gusta ir a balnearios, ríos y demás espacios para darse un chapuzón, normalmente tienden a mojarse en casa o directamente en la calle con cubetas, mangueras o albercas inflables. Si bien esto se hace desde hace muchos años, poco se sabe del origen de esta particular tradición de mojarse en sábado de Gloria.
Algo que no siempre se toma en consideración es que esto puede acarrear multas o sanciones, ya que desperdiciar de esta manera el recurso no está permitido. A esto se suma que en estos días es bien sabido que la disponibilidad hídrica es un problema que afecta a las principales ciudades del país como Puebla, donde la derrama de agua es castigada.
El origen de las “mojadas”
La costumbre de mojarse en Semana Santa, especialmente en sábado de Gloria, viene de la Edad Media, pues en el siglo V la iglesia impuso medidas más estrictas para los fieles, siendo una de estas la restricción total de bañarse ni asearse durante una semana. Asimismo, en esta víspera se prohibía celebrar bautizos, casamientos o misas, pues es un tiempo en el que se le muestra luto a Jesús.
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Además de que era considerado un tiempo de luto, también se creía que el uso de agua en vísperas de Semana Santa era un pecado, por lo que la gente debía dedicarse a orar. Tampoco se permitían labores como limpieza, trabajo y todo tipo de actividades “innecesarias”.
Llegado el día, sábado de Gloria o Santo, los creyentes se arrojaban agua unos a otros con la intención de limpiar sus pecados y su alma, ya que el agua en la iglesia es catalogada como un elemento purificador. Se hace al mismo tiempo de que los seguidores esperan la resurrección de Cristo, además de que para este momento ya se permite la celebración de bautizos.
Con el paso de los años esta tradición pasó de ser un momento de purificación y limpieza del alma, a ser una fiesta en la que la gente se mojaba con la intención de pasar un momento más agradable. Cuando la práctica llegó a México, el sentido cambió totalmente y se adoptó como una forma de hacer bromas y refrescarse, muy alejado de la celebración eucarística.
La gente solía salir a las calles con cubetas, mangueras y todo tipo de recipientes para mojarse unos a otros en una fiesta que con el paso del tiempo pasó a ser mal vista, toda vez que era evidente el desperdicio de grandes cantidades de agua. Hay quienes todavía lo hacen en la discreción de sus hogares, pero para los que siguen pensando que es buena idea hacerlo en la calle les espera una sanción.
En el caso de Puebla capital, en el Código Reglamentario para el Municipio de Puebla (Coremun), se estipula que desperdiciar agua en la calle durante la Semana Santa, o en cualquier otro momento, conlleva una sanción de 36 horas de arresto o trabajo comunitario para reparar el daño.
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Esto no es todo, ya que también se podría imponer una multa que va de las cinco a 60 veces el valor de la Unidad de Medida y Actualización (UMA), que hoy en día equivale a 542 o 6,514 pesos; sin embargo, el valor de la multa podría ser más elevado si la persona en cuestión cuenta con un historial de multas por el mismo motivo.
Y es que el desperdicio de agua es algo que ha cobrado más relevancia en los últimos meses, ya que en zonas como la Ciudad de México y el Estado de México, el Sistema Cutzamala presenta un estrés que causa desabastecimiento en múltiples colonias. Lo mismo sucede en Puebla, donde el Sistema Acuífero del Valle de Puebla ya presenta una gradual disminución en su disponibilidad, por lo que es importante tomar consciencia sobre el uso del recurso.
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