Más tardamos en festejar que en lo que se nos aguadó la fiesta. El flagelo de la inflación es persistente y corrosivo, cadencioso como las olas del mar, en constante movimiento, y cuando parece que se ha calmado, resurge con mayor fuerza. Los asuntos del mercado de la oferta y la demanda deben verse como un fenómeno vivo que no puede ser atrapado con las manos; como el agua, se escurre y se va, todo esto para decir que el último reporte oficial que se ha dado respecto a la inflación nos habla de un rebote a 4.48% en marzo, dejando ver una tendencia al alza. Por ello, la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) realizó un monitoreo del gasto que implicarán las vacaciones de Semana Santa.
“Nos acercamos a tiempos de alto consumo que arrancan con el periodo vacacional de Semana Santa, donde más de 24 millones de estudiantes de educación básica entran a receso y no van a la escuela. Este puro hecho calienta la economía familiar. Tener a los hijos en casa todo el día eleva el gasto del hogar, se consume más energía eléctrica, agua, gas, internet y alimentos. Las vacaciones trastocan el orden regular que priva en los hogares. Todo se altera, desde quién cuide a los niños hasta quién les ponga un alto a sus asaltos al refrigerador y vigile que tengan un consumo responsable de los distintos servicios. En fin, los hijos provocan distintos niveles de desorden de manera orgánica, así son ellos, dirían otros, síntoma de que están sanos; sin embargo, elevan el monto de los recibos y el gasto en comida”, explicó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.
Hay otros caminos para vivir estas vacaciones que también tienen un costo elevado. El reto de los padres en esta temporada es escoger el que más convenga a sus intereses y posibilidades. Algunos padres optan por inscribir a sus hijos en algún campamento en el que, en horario similar al de la escuela, realizan actividades de arte y manualidades, experimentos, cocina, inglés y más, cuyo precio va desde $1,500.00 a $2,800.00 por una semana por niño.
Otras actividades recreativas en la ciudad incluyen salir al cine, lo que implica un costo estimado de $1,238.00 por las entradas, palomitas, refrescos y pasajes. Ir al parque puede suponer un gasto de $500.00, considerando llevar sándwiches y refrescos, más el traslado. Una vuelta al centro comercial para comer en el restaurante de comida rápida con helado incluido, más el pasaje, saldrá en $879.00, aproximadamente. Otra opción es ir a un parque acuático; considerando entradas, comidas y transporte, hay que estimar un gasto de $2,975.00.
Si hablamos de salir de vacaciones un fin de semana, tomando en cuenta cuatro días y tres noches, alimentos y el traslado en autobús, la playa de Acapulco implica un gasto aproximado de $15,660.00 y la playa de Tuxpan $13,984; otros destinos como San Miguel de Allende y Zacatecas significan un gasto estimado de $15,000.00 y $19,605.00, respectivamente.
Todos estos costos se han calculado con base en una familia de cinco miembros, padres y tres hijos.
“Los mexicanos nos fuimos a dormir oyendo el canto de sirenas que la inflación estaba siendo derrotada y nos dirigíamos a vivir días en los que el costo de los alimentos, productos esenciales del hogar, y servicios básicos entrarían a una zona de precios asequibles al alcance de la mano del promedio nacional, pero ¡oh sorpresa!: al despertar, la inflación, peor que un dinosaurio, seguía ahí, con sus fauces afiladas devorando el poder de compra del hogar”, comentó Rivera.
No mostramos terquedad al insistir en nuestra narrativa sobre el peso negativo del fenómeno inflacionario en la vida de la mayoría nacional. La inflación no es un tema coyuntural ni pasajero, se ha convertido en un asunto estructural de largo aliento y para todo fin práctico será nuestra compañera de viaje en nuestro destino, por lo que desde esa condición se le debe valorar con mayor cuidado.
Ése es nuestro punto de debate, que no podemos jugar a generar falsas expectativas en la población. La agenda de consumo es un asunto muy delicado y complicado. Lo que se diga al respecto alinea o desalinea decisiones del gasto familiar y éstas son un asunto de graves consecuencias que si no de vida o muerte, sí de calidad de vida, de ahí la seriedad y trascendencia del asunto.
Por ello ANPEC se toma muy en serio los asuntos de consumo y precios del mercado, llamando a los generadores de opinión y tomadores de decisiones a hacer lo propio, sin perder de vista que al despertar, seguro el dinosaurio seguirá ahí, la inflación nos seguirá depredando.