Por iniciativa de la ONU, desde 1993 se conmemora el Día Internacional del Agua, fecha en la que se busca generar conciencia sobre el cuidado de este importante elemento, crucial para la vida en el planeta. En los últimos años se habló de la escasez del agua como un problema del futuro, pero la realidad es que es un problema actual, pues ya es notoria la falta de suministro en múltiples lugares.
Este año, la ONU eligió el lema “Agua para la paz”, como un recordatorio de que la cooperación entre naciones es vital para asegurarse que todos tengan un acceso igualitario al líquido. Según sus cifras, en todo el mundo más de 3,000 millones de personas dependen del agua que cruza las fronteras, pero no todos tienen forma de aprovecharla, y quienes la tienen, no la usan correctamente.
Y es que en muchos hogares no se aprovecha adecuadamente o se desperdicia en demasía, haciendo que la huella hídrica de cada persona sea más grande de lo necesario. La huella hídrica se refiere al consumo de agua, directo e indirecto, de las personas y, aunque esta varía dependiendo cada país, calcularla es útil para fomentar nuevos hábitos para ahorrar agua.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en promedio una persona requiere entre 3.2 y 2.7 litros diarios para hombres y mujeres, respectivamente, aunque sólo se refiere a lo bebido. Sobre la preparación de alimentos, consumo, higiene personal o lavado de ropa, entre otras actividades, un ser humano requiere hasta 100 litros de agua diarios.
Esto varía dependiendo la región, pues de acuerdo al Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX), una persona en la entidad usa cerca de 380 litros, mientras que en Puebla la cifra es de 100 litros. Esta cantidad se eleva en países como Estados Unidos, ya que ahí cada persona puede emplear hasta 575 litros diarios, pero en Australia gastan 493 y en Italia 386 litros.
Volviendo a lo nacional, el consumo de agua no se limita únicamente a lo que se usa directamente, ya que también se debe considerar lo que se desperdicia y lo que requieren los productos que consumimos diariamente. En este sentido, el agua que utilizamos se eleva a un promedio de 320 litros por persona, principalmente por desperdicio, que representa el 80 % del total, es decir, 256 litros.
A esto se suma otro tipo de consumo, como es lo requerido para la fabricación de productos y servicios de uso diario. Por ejemplo, un jugo de naranja de 200 mililitros requiere 170 litros, mientras que un kilo de carne de pollo necesita 3,200 litros y uno de res requiere 15,000 litros. Por otra parte, para fabricar unos pantalones de mezclilla se necesitan 10,000 litros y para un celular se usan 23,500 litros.
Otro factor que hace que el agua se desperdicie más es la falta de infraestructura eficiente, ya que mucha del agua de la que disponemos se pierde antes de llegar a los hogares. Se sabe que en la Ciudad de México, una de las que hoy viven más el desabastecimiento, el 35 % del recurso se pierde en fugas debido al mal estado de las tuberías que la transportan.
Formas de ahorrar agua
Aunque para muchas personas resulta desconocido la cantidad de agua que se consume diariamente y todo lo que hay detrás, se pueden hacer múltiples acciones para reducir y ahorrar cada vez más agua. Algo con lo que se puede empezar es revisando las tuberías de los hogares, para ver si existen fugas que requieren reparación o un cambio de llave o empaque.
De igual forma, es importante darle un segundo uso al agua que ya fue utilizada, como la de la lavadora o la regadera, que puede utilizarse para lavar pisos u otros espacios. Esto es importante porque se estima que cada día se generan 4,752 millones de litros de aguas residuales, de las cuales sólo el 15 % se pueden tratar para darle un segundo uso.
Otros métodos básicos para el ahorro de agua son los que se comentan con frecuencia, los baños rápidos, usar una cubeta en lugar de manguera para limpiar el auto o regar el jardín sólo cuando sea necesario. A lo anterior se suma que también se pueden consumir productos naturales en lugar de los procesados. Ejemplo de esto es el jugo de naranja, ya que hacer 200 mililitros requiere 50 litros, o una papas fritas de 100 gramos requieren 25 litros, frente a los 185 litros de las procesadas.
Si bien lo anterior son medidas que todos pueden tomar relativamente fácil, también se pueden emplear diversos dispositivos ahorradores. Los grifos termostáticos son una de estas opciones, ya que al seleccionar previamente la temperatura a la que queremos el agua en la ducha, no será necesario dejar que el agua corra hasta que salga a la temperatura deseada.
Otros más son los reductores de caudal, que como su nombre lo dice, son aparatos que reducen la cantidad de agua que consumimos al momento de bañarnos, lavarnos las manos o cuando lavamos los trastes. Estos son lo que hacen que el agua salga a más velocidad y presión, pero en menor cantidad. Se pueden instalar tanto en grifos como en regaderas o en lavabos.
De igual forma, también es recomendable la instalación de baños ahorradores, que son los que usan menos agua en cada descarga. Uno convencional suele usar hasta 15 litros de agua por descarga, mientras que los ahorradores no pasan de los 4.8 litros de agua.