Grupos de choque, mercenarios de la violencia que desvirtúan movimientos sociales

Grupos de choque, mercenarios de la violencia que desvirtúan movimientos sociales

Foto: Freepik

Como cada año, el 8 de marzo las calles de prácticamente todo el país se alistan para las marchas con motivo del Día Internacional de la Mujer, una fecha en la que las personas salen a externar sus reclamos al estado. En años recientes, lo usual es que estas protestas se llenen de altercados, en algunos casos causados por grupos externos ajenos a las causas.

 

Esto es algo que se le suele atribuir a los llamados “grupos de choque”, es decir, personas que no tienen ninguna relación con una causa o protesta, pero que igual se hacen presentes para causar disturbios en medio de manifestaciones. Si bien cada año se prevé que esto pase durante el 8M, es una vieja práctica que se da en diferentes movimientos sociales.

 

Es algo que muchas veces se ve, pero no siempre se explica a detalle, y mucho menos se sabe con certeza quiénes perpetran estas acciones o cuál es el objetivo exacto de su aparición. Lo que sí se sabe es que el resultado de su acción termina por disipar a manifestantes o desvirtuar la lucha de quienes salen a las calles.

 

¿Qué son los grupos de choque?

 

Los grupos de choque son personas a las que se moviliza para servir a intereses políticos y económicos mediante el uso de la violencia organizada. En el contexto estudiantil se les llama coloquialmente “porros”, una palabra que viene de la “porra” de los equipos deportivos, pero en cualquier caso se atribuye a quienes son un arma de las élites para agredir y dispersar manifestantes.

 

El origen de los grupos de choque se vio principalmente en el ámbito estudiantil, ya que era una práctica de las autoridades de universidades como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) o el Instituto Politécnico Nacional (IPN), algunos de ellos estudiantes, generalmente los más viejos, los “fósiles”. Con el paso de los años se expandieron a otras instituciones y dejaron de limitarse al golpismo estudiantil para prestarse a cualquier otro interés

 

Estos grupos carecen de ideología o postura política definida, ya que se prestan al servicio de quien les pague mejor, es decir, son mercenarios de la violencia usados por organizaciones políticas, de gobierno, educativas o por privados. Su actuar se ve con agresiones a cualquiera que se les ponga enfrente, desde manifestantes hasta civiles, pero también con vandalismo, robos y extorsión económica.

 

Sin embargo, los grupos de choque pueden infiltrarse en colectivos sociales, asambleas estudiantiles y prácticamente en todos los grupos de inconformes que se organicen en contra de una autoridad. Desde ahí empiezan a reclutar a más personas o a implantar ideas radicales alejadas de la raíz del movimiento, para luego culminar con su desarticulación o con confrontaciones directas.

 

Así es como cobra más sentido su existencia, ya que su objetivo es desvirtuar los movimientos sociales en los que se infiltran, haciendo que todos parezcan violentos, desorganizados y sean motivos de indignación más allá de empatía social.

 

Esto sirve principalmente a directores de universidades o gobernantes que son el blanco de las manifestaciones, ya que no sólo se disipa a los inconformes, sino que se les hace ver como un problema. De igual forma, dan elementos para que estas mismas autoridades puedan recurrir a la represión como una solución a las manifestaciones.

 

Una práctica vieja que sigue vigente

 

Es algo que se hace desde hace décadas y no se limita a una región, pues se da en todo el país. En Puebla, hace pocas semanas se vio un caso en el que se acusó el uso de grupos de choque. Tras la muerte de un ciclista, jóvenes y activistas cerraron la vía Atlixcáyotl a modo de protesta, pero su manifestación se disolvió a los pocos minutos por las agresiones de un grupo de choque.

 

Los hechos se dieron el 9 de febrero y se evidenció cómo estos agresores llegaron al sitio en una camioneta con el objetivo de terminar con el bloqueo, agrediendo a manifestantes, hombres y mujeres, al igual que a la prensa. Hubo quienes culparon al gobierno estatal, a automovilistas molestos por el cierre de la vialidad y hasta a partidos políticos, pero de lo que no quedó duda es de su actuar.

 

Uno de los primeros movimientos en los que se vio a los porros, si no es que el primero, fue el movimiento de estudiantes de 1968. Años antes ya empezaban a surgir las porras en la UNAM, pero poco a poco se hicieron cercanas a los directivos de la institución y a políticos, por lo que dejaron de ser grupos de animación, para convertirse en grupos golpistas.

 

A la postre, estas organizaciones de porros se fueron infiltrando en los grupos de estudiantes y empezaron a causar disturbios que derivaron en represión por parte de la policía. También se cree que este pudo ser uno de los detonantes de la masacre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco ocurrida en 1968, así como del “Halconazo” acontecido en 1971.

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