Hoy 4 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Obesidad, una fecha en la que se resalta la importancia de combatir uno de los problemas de salud que más aquejan en México, especialmente en los menores. Según la Unicef, uno de cada 20 niños menores de cinco años es obeso, un problema que se empieza a forjar con la dieta diaria en casa y luego se refleja en las escuelas.
Para hablar sobre cómo este problema se vive en los colegios, la maestra Gabriela Tepo Cuatlayotl comentó, en entrevista para Imagen Poblana, la forma en que los hábitos alimenticios del hogar permean en la salud de los menores. También habló sobre el papel que juegan las instituciones educativas para intervenir y arreglar esta situación que daña a los estudiantes.
Gabriela Tepo, docente del preescolar “Colegio del Carmen”, aseguró que, al menos en su caso, la mayoría de sus estudiantes sí tiene una buena alimentación, pues les ponen de desayuno comida balanceada; no obstante, hay casos en los que los que los padres mandan alimentos poco saludables, desde comida instantánea hasta cosas que pasan y compran en la tienda.
Gran parte de su alumnado lleva diariamente alimentos sanos y nutritivos, como verduras y fruta, en algunos casos guisados que parecieran ser del día anterior en la casa, pero que no por eso son nocivos. Por lo que ha podido ver, estos son los que más les envían, lo que refleja que los padres de su salón sí se toman el tiempo de prepararles algo elaborado y no les mandan cualquier cosa.
Desde su punto de vista, el rol de la escuela es fundamental para que los alumnos lleven una alimentación adecuada, ya que en el Colegio del Carmen se preocupan por enseñarle a los menores cuál es la mejor forma de alimentación, que es lo que les hace bien y, sobre todo, conocer los beneficios y las consecuencias de tener una dieta balanceada.
“Juega un papel importante (la escuela) porque les enseñamos desde conocernos, qué nos afecta, una buena alimentación y cómo nos va a ayudar. También, conocer el plato del buen comer, tomar agua, hacer ejercicio, cuidar mi cuerpo o una higiene saludable”, explicó la docente.
Si bien consideró que, en general, la alimentación de los niños es correcta, también hay muchos errores que se siguen repitiendo. Un ejemplo claro de esto es que cada día se ven muchos jugos, leches azucaradas o de chocolate que no son nutritivas, así como pan y comidas chatarras. En cambio, algo que a veces no se les envía son aguas naturales para acompañar la comida.
Gabriela agregó que ella y sus compañeras también tienen un papel importante para que los menores cambien sus hábitos de alimentación, ya que es parte de su labor hablar con los niños para mostrarles cuál es la forma adecuada de comer y que, a su vez, estos exhorten a sus padres a cambiar lo que les mandan en las loncheras.
“Cuando veo que les mandan jugos y leches, pero nada de agua natural, les doy un mensaje positivo a los alumnos de que ‘oye, podrías tomar agua, ¿qué sabor te gusta? podrías decirle a mamá que te ponga ese tipo de agua’, entonces, desde ahí estoy exhortando a los papás a que me ayuden”, dijo Gaby Tepo.
Finalizó haciendo un llamado a que no se menosprecie el valor de una alimentación adecuada, ya que es la base para una vida sana para no enfermarse y seguir con una vida normal, pero más importante, es algo que ayuda a prevenir la obesidad en todas las personas, en especial en los menores, ya que estos dependen de sus padres.