Las vitaminas son sustancias naturales que el ser humano necesita en pequeñas cantidades para el buen funcionamiento de su organismo. Sin embargo, consumir vitaminas en exceso, ya sea a través de la dieta o de suplementos, puede tener efectos adversos para la salud.
Según diversos estudios, las vitaminas liposolubles (A, D, E y K), que se disuelven en grasas y se almacenan en el cuerpo, son las más propensas a causar hipervitaminosis, es decir, un nivel tóxico de vitaminas en la sangre.
Esto puede provocar síntomas como náuseas, vómitos, diarrea, dolor de cabeza, fatiga, pérdida de apetito, irritabilidad, alteraciones en la piel, el cabello y las uñas, problemas de visión, sangrado, calcificación de los tejidos blandos y daño hepático o renal.
Por otro lado, las vitaminas hidrosolubles (C y las del grupo B), que se disuelven en agua y se eliminan por la orina, son menos propensas a causar hipervitaminosis, pero tampoco están exentas de riesgos.
Algunos ejemplos son la anemia hemolítica por exceso de vitamina C, la neuropatía periférica por exceso de vitamina B6 o la hipertensión intracraneal por exceso de vitamina B3.
Además, consumir vitaminas en exceso puede interferir con la absorción o el metabolismo de otras vitaminas o minerales, causando desequilibrios nutricionales.
Por ejemplo, el exceso de vitamina A puede disminuir los niveles de vitamina K, el exceso de vitamina E puede reducir la absorción de vitamina A y el exceso de vitamina C puede aumentar la absorción de hierro.
Asimismo, consumir vitaminas en exceso puede aumentar el riesgo de padecer algunas enfermedades crónicas, como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares.
Según algunos estudios, el exceso de vitamina A puede favorecer el desarrollo de tumores, el exceso de vitamina E puede incrementar la mortalidad por causas cardiovasculares y el exceso de vitamina B6 puede elevar el riesgo de cáncer de pulmón.
¿Qué diferencia hay entre las vitaminas de los alimentos y las de los suplementos?
Las vitaminas de los alimentos son las que se encuentran de forma natural en los productos de origen vegetal o animal, mientras que las vitaminas de los suplementos son las que se obtienen de forma artificial, mediante procesos químicos o biotecnológicos.
Por lo que hace a las vitaminas naturales, encontramos que están acompañadas de otros nutrientes, como minerales, antioxidantes, fibra o fitoquímicos, que potencian sus efectos beneficiosos y previenen posibles interacciones negativas.
Tienen una mayor biodisponibilidad, es decir, una mayor capacidad de ser absorbidas y utilizadas por el organismo, ya que presentan formas químicas más adecuadas y se liberan de forma gradual, además tienen una menor probabilidad de causar hipervitaminosis, ya que es difícil alcanzar niveles tóxicos con una dieta equilibrada y variada.
En contraste, las vitaminas de los suplementos, por su parte, tienen algunas desventajas frente a las de los alimentos, por ejemplo, están aisladas de otros nutrientes, lo que puede disminuir su eficacia y aumentar el riesgo de efectos secundarios o interacciones con otros medicamentos.
Tienen una menor biodisponibilidad, ya que presentan formas químicas menos apropiadas y se liberan de forma rápida, lo que puede saturar los mecanismos de absorción y excreción.
Poseen una mayor probabilidad de causar hipervitaminosis, ya que es fácil sobrepasar las dosis recomendadas con el consumo indiscriminado de suplementos.
Los suplementos de vitaminas no son necesarios para la mayoría de las personas que llevan una alimentación equilibrada y variada, que les aporta las cantidades suficientes de vitaminas y otros nutrientes.
En conclusión, las vitaminas son sustancias esenciales para la salud, pero su consumo en exceso puede ser perjudicial, por ello, se recomienda obtener las vitaminas de los alimentos, que son más seguros y eficaces que los suplementos, y solo recurrir a estos últimos en casos específicos y con asesoramiento profesional.