Los entierros tradicionales, así como la cremación, son opciones contaminantes a la hora de dejar este mundo, pues implica la tala de árboles, una gran huella de carbono y líquidos cancerígenos que terminan bajo el suelo.
Según datos de Eco Funeral, sólo en Estados Unidos la tierra se contamina cada año con tres millones de formaldehído empleado para embalsamar a los cuerpos y se consumen más de mil toneladas de cemento para las lápidas, así como trece mil toneladas de acero y otros metales destinados a los féretros.