Una persecución política

Una persecución política

Aquí se dijo oportunamente. Usted, amable lector, seguramente me respaldará. No es un asunto menor ni anecdótico, no es una presunción ni fruslería. Es la mera verdad: el único panista con los tanates bien puestos es Jesús Zaldívar, dirigente municipal del PAN, quien no se anduvo por las ramas y acusó públicamente, sin intermediarios ni terceros, que es objeto de una persecución política.

 

Dicha persecución se da después de que Jesús Zaldívar hizo críticas muy directas y punzantes hacia personajes de Morena.

 

Zaldívar es el único que ha dado la cara para defender a Lalo Rivera de los ataques de sus adversarios políticos, ningún otro panista ha tenido los arrestos para asumir una defensa en favor del candidato de la coalición. Y Zaldívar también es el único que se para de frente, acusa, señala y pone a varios en su lugar. ¡Claro!, ¡Desde luego! Como los demás panistas, esos que ostentan “liderazgo” y/o cargos en el partido, ven que Zaldívar no se anda por las ramas, entonces sí se juntan y lo acompañan, todos juntos, en bola. ¡Qué valientes!

 

Pero reiterando lo que “aquí se dijo”, el dirigente del PAN municipal es uno, entre dos o tres más, en el blanquiazul que demuestra que tiene los aguacates bien puestos.

 

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Ni modo, estamos con el tema de los panistas y salta a la palestra un sujeto que dice ser blanquiazul pero también priista y, a la vez, “plural”. Sí, se trata de Eduardo Alcántara, otro tránsfuga en el Congreso que abandonó su bancada para irse a una en la que seguramente sacará algo, no positivo, sino de utilidad.

 

Eduardo Alcántara, con esa mentalidad suya rayana en la insuficiencia, se cambió de bancada, “a la plural”. Con esta acción se quiso poner al nivel de Estefan Chidiac, pretendió convertirse en héroe de la política, pensó que iba a ser aclamado como un prócer. Pero lo único que obtuvo fue críticas y que lo catalogarán como lo que es: un politicastro que llegó al Congreso de manera oscura y con una actividad legislativa gris, por no decir nula.

 

Alcántara cree que le hizo un hueco al PAN, piensa que con su ausencia puso a temblar a las huestes panistas, elucubra que al irse y ser “plural” será un desprecio para Lalo Rivera. Nada más lejano. Al irse, este tránsfuga le hizo un favor al PAN, pues para nadie son desconocidos sus pésimos y penosos antecedentes.

 

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Estamos en el país del surrealismo, así lo mencionamos en la entrega pasada, por eso viene a cuento el INE, ese organismo que gracias a una ocurrencia del presidente está en riesgo de dejar de ser independiente y convertirse en una oficialía de partes del Gobierno Federal en tiempos electorales.

 

Pero decíamos que el INE también forma parte de ese surrealismo porque presentó su esquema de seguridad para candidatos, con el cual pretenden poner autos oficiales y guaruras a los candidatos de nivel federal que reciban amenazas, que estén en riesgo y su vida corra peligro. Hasta ahí todo bien, pues el nuevo deporte nacional es “abrazos, no balazos” y las consecuencias están a la vista.

 

Sin embargo, no cabe duda que la jefa del INE, afín a Morena y al presidente, Guadalupe Taddei Zavala, contradice y por mucho las cuentas alegres del Gobierno Federal en cuanto a la “baja” en la incidencia delictiva. El Gobierno dice que vamos bien, el INE afirma que candidatos necesitan de la Guardia Nacional y el Ejército para estar protegidos…

 

Pobre México, cada día se hunde más. Bien dijo Albert Einstein: “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”.