La pena de muerte, un debate que sigue vigente

La pena de muerte, un debate que sigue vigente

Foto: Freepik

El pasado 26 de enero, el estado de Alabama, en Estados Unidos, ejecutó a Kenneth Eugene Smith, un hombre condenado por el asesinato de una mujer en 1988.

 

Sin embargo, lo hicieron mediante un método inédito en el país: la hipoxia por nitrógeno, que consiste en reemplazar el aire que respira el reo por este gas, provocando su muerte por falta de oxígeno.

 

La ejecución de Smith, la primera del año en Estados Unidos ha generado una ola de indignación y críticas por parte de organismos internacionales, grupos de derechos humanos y la Iglesia católica, que consideran que este método es cruel, inhumano y viola el derecho a la vida.

 

Según Amnistía Internacional (AI), la hipoxia por nitrógeno es un método experimental que no ha sido probado científicamente y que puede causar un sufrimiento prolongado e intenso al reo, que experimenta una sensación de asfixia y pánico antes de perder el conocimiento.

 

Además, AI denuncia que el protocolo de ejecución de Alabama no prevé la sedación previa del reo, a pesar de que la Asociación Veterinaria Americana recomienda administrar un sedante a los animales sacrificados de esta manera.

 

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Alabama es uno de los tres estados de Estados Unidos que han autorizado la hipoxia por nitrógeno como método de ejecución, junto con Mississippi y Oklahoma, pero ninguno lo había utilizado hasta ahora.

 

Estos estados han optado por este método ante la escasez de fármacos para la inyección letal, el método más común en el país, debido al boicot de las empresas farmacéuticas europeas que se niegan a suministrarlos para este fin.

 

La pena de muerte en el mundo

 

La ejecución de Smith ha reavivado el debate sobre la pena de muerte en el mundo, una práctica que sigue vigente en 56 países, destacando China, Irán, Arabia Saudí, Iraq y Pakistán, pues son los países que más ejecuciones realizan, aunque China mantiene en secreto el número de personas que ajusticia cada año.

 

Los motivos por los que se aplica la pena de muerte varían según el país, pero suelen incluir delitos como el asesinato, el terrorismo, el espionaje, el narcotráfico, la blasfemia, el adulterio o la homosexualidad.

 

Los métodos utilizados para ejecutar a los condenados también son diversos, y van desde la horca, la decapitación, el fusilamiento, la electrocución, el ahorcamiento o la lapidación, hasta la inyección letal o el gas nitrógeno, como en el caso citado al principio de este texto.

 

Sin embargo, la tendencia mundial es hacia la abolición de la pena de muerte, tanto en la ley como en la práctica.

 

Actualmente hay 142 países que han abolido la pena de muerte en alguna de estas formas, y solo 20 países llevaron a cabo ejecuciones en 2020, la cifra más baja en una década.

 

Entre los países que han abolido la pena de muerte recientemente se encuentran Kazajistán, Papúa Nueva Guinea, Sierra Leona, República Centroafricana, Guinea Ecuatorial y Zambia.

 

Cabe señalar que la pena de muerte es una violación del derecho a la vida, que no tiene efecto disuasorio sobre la criminalidad, que es discriminatoria y que conlleva el riesgo de ejecutar a personas inocentes o vulnerables.

 

Por ello, varias organizaciones hacen un llamado a los países que aún la mantienen a que la eliminen de sus legislaciones y a que establezcan una moratoria de las ejecuciones como primer paso hacia la abolición.

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