Rellenadoras de agua, una opción accesible con riesgos latentes

Rellenadoras de agua, una opción accesible con riesgos latentes

Foto: Enfoque

El agua es un recurso indispensable para la vida y la salud de las personas, pero también es un bien escaso y vulnerable a la contaminación, a la cual están expuestas las personas cuando se ven orilladas a comprar agua en purificadoras que ofrecen sus garrafones a precios accesibles.

 

Según datos del INEGI, el 76.3 % de los mexicanos compra agua embotellada o en garrafón, debido a que no confía en la calidad del agua de la red pública; sin embargo, esta opción no es garantía de seguridad por la baja calidad de muchas de las rellenadoras o purificadoras de agua.

 

Así lo ha denunciado la Asociación Mexicana para la Correcta Hidratación (Agua en México), una organización conformada por investigadores, médicos y sociedad civil preocupados por el derecho al agua de calidad en el país.

 

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Según esta asociación, siete de cada 10 litros que surten las rellenadoras de agua presentan algún tipo de contaminación, principalmente con bacterias coliformes provenientes de materia fecal.

 

Esto representa un riesgo para la salud de los consumidores, pues el agua contaminada puede causar enfermedades como diarrea, gastroenteritis, amebiasis, esquistosomiasis, dracunculosis, entre otras.

 

Además, el agua de las rellenadoras suele tener menor cantidad de sales minerales que el agua natural, lo que puede provocar deshidratación y afectar el funcionamiento del organismo.

 

Ante esta situación, surge la pregunta si es posible que las personas comunes puedan saber si el agua que consumen está contaminada, a lo que algunos expertos señalan que hay algunas formas sencillas y prácticas para evaluar la calidad del agua en casa.

 

Por ejemplo, se puede observar el aspecto del agua. Si tiene un color, un olor o un sabor extraño, puede ser una señal de contaminación, también si se ve turbia o tiene partículas flotantes o sedimentos.

 

Algo más especializado puede ser el uso de cintas reactivas o kits de discos de colores, que son dispositivos que se pueden comprar en tiendas especializadas o en línea, y que permiten medir la presencia de algunos contaminantes químicos o bacterianos en el agua.

 

Estos tienen una reacción visible en el cambio de color de una tira o un disco que se sumerge en la muestra de agua, y aunque se trata de herramientas técnicas, pueden llegar a costar entre 300 y 500 pesos.

 

Algo que prácticamente resulta inviable como una medida casera es recurrir a un análisis de laboratorio por alguna sospecha fuerte de contaminación o si se quiere tener una certeza mayor.

 

Estos estudios generalmente se aplican a petición de las autoridades responsables del suministro de agua o a un laboratorio certificado para que desarrollen pruebas más detalladas y confiables sobre la calidad del agua.

 

El acceso al agua potable es un derecho humano reconocido por la ONU desde el 2010, pero también es una responsabilidad compartida entre el Estado, el sector privado y la sociedad civil.

 

Por ello, es importante que los consumidores estén informados y vigilantes sobre la calidad del agua que reciben y que exijan a las autoridades y a los proveedores que cumplan con las normas y los controles necesarios para garantizar un agua segura y saludable para todos.

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