La redacción de textos académicos, como tesis, artículos o ensayos, es una actividad que requiere de una gran inversión de tiempo, esfuerzo y conocimiento; sin embargo, la inteligencia artificial (IA) podría entrar al quite para ayudar a la redacción de estos, supuestamente respetando la ética y derechos de autor.
Los estudiantes e investigadores deben llevar a cabo una exhaustiva búsqueda de información, analizar y sintetizar los datos, estructurar y argumentar sus ideas, y seguir unas normas de estilo y formato específicas, con el objetivo de producir un trabajo original, riguroso y de calidad.
Para facilitar esta tarea, existen diversas herramientas de inteligencia artificial que ofrecen la posibilidad de asistir o generar textos académicos de forma automática o semiautomática.
Estas herramientas utilizan algoritmos de aprendizaje automático (machine learning) o de procesamiento del lenguaje natural (natural language processing) para comprender, generar o mejorar el contenido de los textos, a partir de fuentes de información existentes o de instrucciones del usuario.
¿Qué herramientas son?
ChatGPT es un chatbot que puede generar textos creativos, como poemas, canciones, historias o parodias, a partir de un tema o una frase inicial.
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Bard es una plataforma que permite crear y editar textos académicos, como ensayos o artículos, a partir de una pregunta de investigación o una tesis.
Midjourney es un servicio que ayuda a los estudiantes a redactar sus tesis, proporcionando sugerencias, correcciones y feedback.
Estas herramientas de IA pueden tener ventajas y desventajas para la investigación y la redacción académica, tanto desde el punto de vista de la eficacia como de la ética.
Incluso en la actualidad existen cursos en línea donde puedes aprender a usarlas de forma correcta para que no caigas en plagio y puedas agilizar el proceso de redacción.
Beneficios e inconvenientes
Entre los beneficios de la inteligencia artificial está el ahorrar tiempo y recursos, al automatizar o simplificar algunas tareas de búsqueda, análisis, generación o revisión de textos.
También se puede mejorar la calidad y la coherencia de los textos al detectar y corregir errores gramaticales, ortográficos, de estilo o de formato.
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Se puede ampliar y diversificar las fuentes de información, al acceder a bases de datos, bibliotecas o repositorios digitales de forma rápida y sencilla.
Además, se puede fomentar la creatividad y la innovación al generar ideas, hipótesis o argumentos originales y relevantes para el tema de investigación que hayan pasado de largo para el autor.
Sin embargo, también puede haber inconvenientes como el generar contenido inexacto, irrelevante o sesgado, al no comprender el contexto, el propósito o el público de los textos académicos.
Un mal uso puede provocar que se infrinjan los derechos de autor, se caiga en plagio o la propiedad intelectual, al copiar o reproducir información de otras fuentes sin citarlas o referenciarlas adecuadamente.
De algún modo también se pierde el control, la autonomía o la responsabilidad sobre los textos, al delegar o depender demasiado de las herramientas de IA, sin verificar o evaluar críticamente su funcionamiento o sus resultados.
FOTO IA 02 Se compromete la ética, la integridad o la honestidad académica, al utilizar las herramientas de IA para obtener ventajas indebidas, engañar o falsear la información.
En conclusión, las herramientas de IA para la redacción de textos académicos pueden ser de gran utilidad para los estudiantes e investigadores, siempre y cuando se usen de forma adecuada, complementaria y consciente.
Es decir, que se empleen como apoyo o asistencia, y no como sustitución o solución, al proceso de investigación y redacción académica, así se podrá aprovechar el potencial de la IA, sin renunciar a los principios y valores de la academia.
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