Zoológicos, la delgada línea entre la preservación y la explotación

Zoológicos, la delgada línea entre la preservación y la explotación

Foto: Enfoque

Los zoológicos son lugares que albergan a animales de diferentes especies, procedentes de diversos hábitats, con el fin de mostrarlos al público y contribuir a su conservación.

 

Sin embargo, esta función también ha sido cuestionada por diversos sectores que denuncian el maltrato y el sufrimiento que padecen los animales en cautiverio.

 

Uno de los casos que ha generado polémica recientemente es el de Benito, una jirafa que vive en el Parque Central de Ciudad Juárez, en Chihuahua, México.

 

Benito fue trasladado desde Culiacán, Sinaloa, en mayo de 2023, tras la muerte de otra jirafa llamada Modesto, que había vivido en el parque durante 20 años, desde entonces, Benito ha tenido que soportar las bajas temperaturas de la zona, sin contar con un espacio adecuado ni con calefacción.

 

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Además, se le ha visto con ropa humana y posando para fotos con los visitantes, lo que evidencia una falta de respeto por su naturaleza y su dignidad.

 

Ante esta situación, varios colectivos animalistas han exigido el traslado de Benito a un lugar más apropiado para su especie, como el zoológico Africam Safari, ubicado en Puebla, donde los animales deambulan en libertad controlada.

 

 

Sin embargo, el proceso se ha complicado por la intervención de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), que ha iniciado un procedimiento administrativo contra el Parque Central por presuntas irregularidades en el manejo de la jirafa.

 

El caso de Benito no es el único que ha evidenciado el maltrato animal en los zoológicos ya que según un informe de la organización World Animal Protection (WAP), el 75 % de los 1241 miembros de la World Association of Zoos and Aquariums (WAZA), una organización internacional que fomenta la conservación y el bienestar animal, ofrece al menos una interacción entre los animales y los visitantes, lo que puede resultar perjudicial para el bienestar mental y físico de los animales.

 

El informe cita acciones como obligar a grandes felinos a actuar en espectáculos al estilo de las peleas de gladiadores, a elefantes a jugar al baloncesto y a chimpancés con pañales a montar en scooter.

 

Estas prácticas contrastan con el supuesto papel educativo y de conservación que tienen los zoológicos, ya que, según sus defensores, estos lugares ofrecen oportunidades de aprendizaje a la comunidad local, al permitir que las personas vean y conozcan a animales que normalmente no podrían ver.

 

Además, los zoológicos pueden salvar a los animales en peligro de extinción, tanto mediante programas de cría en cautividad como mediante la rehabilitación de animales rescatados de situaciones de abuso o abandono.

 

Un ejemplo de esto es el caballo de Przewalski, una especie de caballo salvaje que fue salvada de la extinción gracias a un programa de cría cuidadosamente supervisado por la Sociedad Zoológica de Londres.

 

 

Sin embargo, estos argumentos no son suficientes para justificar la existencia de los zoológicos, según sus detractores, estos sostienen que los animales salvajes necesitan estar en su hábitat natural, en libertad, donde puedan desarrollar todas sus capacidades y comportamientos naturales.

 

Los zoológicos no pueden proporcionar el mismo nivel de cuidado y bienestar que los animales recibirán en su entorno natural, por más que intenten recrear los hábitats de los animales.

 

Además, los zoológicos se han convertido en un negocio lucrativo, donde el bienestar de los animales a menudo se ve comprometido en aras de generar ganancias y se centran más en atraer visitantes y generar ingresos que en garantizar la calidad de vida de las especies que albergan.

 

En conclusión, los zoológicos son lugares que generan controversia por el trato que dan a los animales, si bien algunos zoológicos llevan a cabo una labor respetuosa e importante para la fauna, otros incurren en prácticas de maltrato y explotación que atentan contra la naturaleza y la dignidad de los animales.

 

Por ello, es necesario que los zoológicos se sometan a una regulación estricta y transparente, que asegure el cumplimiento de los estándares de bienestar animal, y que se promueva una educación ambiental que fomente el respeto y la protección de los animales y sus hábitats.

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