El aumento de las temperaturas y las olas de calor están afectando directamente la graduación alcohólica de los vinos, según expertos del sector. El fenómeno, atribuido al mayor número de días con altas temperaturas, repercute en la concentración de azúcares de la uva, resultando en vinos con mayor contenido alcohólico.
María Pilar Sáenz Navajas, enóloga y química del Centro Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC), destacó que el mayor grado alcohólico impacta en el perfil sensorial del vino, disminuyendo las notas frutales y volviéndolo más agresivo en boca. Esto surge del "desacoplamiento entre la maduración tecnológica y la fenólica de la uva" causado por las altas temperaturas.
Andrea Casquete, directora de proyectos de la Plataforma Tecnológica del Vino (PTV), explica que las altas temperaturas provocan que la uva alcance altos niveles de azúcar (madurez tecnológica), que se convierten en alcohol, mientras la madurez fenólica y aromática no se alcanza completamente. Esto puede resultar en vinos desequilibrados y con características no deseadas.
Además, la disminución de la variación térmica entre el día y la noche afecta la formación de compuestos fenólicos responsables del color del vino. La mayor radiación solar también reduce la acidez de los vinos, generando desequilibrios organolépticos. Estos cambios en los perfiles sensoriales pueden alterar las características tradicionales de los vinos.
La industria vitivinícola está respondiendo a estos problemas mediante la búsqueda de nuevas variedades de vid adaptadas al cambio climático y la implementación de tecnologías para reducir la graduación alcohólica de los vinos. A pesar de las adaptaciones, se plantea el reto de preservar la tipicidad del territorio y las características distintivas de cada denominación de origen frente a las transformaciones causadas por el cambio climático.