El uso de fuegos artificiales durante las celebraciones de Navidad y Año Nuevo es una fuente de contaminantes atmosféricos, según informó la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA). La exposición a corto plazo a partículas contaminantes relacionadas con la pirotecnia puede agravar enfermedades respiratorias y desencadenar problemas cardiovasculares.
Un estudio de la Universidad de Birmingham y el Health Effects Institute de Boston reveló que los niveles de material particulado (PM) tienden a volver a su estado base en un lapso de 24 horas. Sin embargo, ciertas condiciones meteorológicas, como las que se presentan en esta temporada, favorecen la acumulación de contaminantes.
La exposición a la contaminación del aire debido a los fuegos artificiales puede provocar problemas respiratorios como tos, dificultad para respirar y aumento en el riesgo de desarrollar asma, EPOC, entre otros. Además, el vapor de los metales presentes en las bengalas también puede tener efectos perjudiciales en la salud respiratoria.
Aunque la calidad del aire mejoró en algunas áreas gracias a políticas de control de la contaminación, la contribución de los fuegos artificiales a las concentraciones de partículas PM2.5 sigue siendo relevante, según un estudio en ciudades chinas.
