El juguete mexicano tradicional se ha convertido en una entelequia que interesa poco al comercio del país. Ya no se ve por ningún lado. Los mismos niños de ahora se subsumieron a las táblet, al celular y la fantasía de sus juegos transita en torno a los superhéroes, cuando no de personajes criminales que en mucho se parecen a la realidad. Apabullante es la cantidad de juguetes importados que cubren los espacios de las tiendas, casi la tercera parte de su contenido. Una avalancha fuera de lógica que se exhibió el pasado día del niño cuando las ventas de ese material eran irrisorias y la gente prefería irse al centro a buscar otros juegos para sus niños. Los importados son juguetes elegantes, caros, insertos en cajas que se hacinan en altos contenidos, de muñecos de plástico, animales, carritos, superhéroes, fantasías de ese plástico a colores que no parecen atraer a los niños. Aunque más del 80 por ciento vienen de China según Inegi, no parecen chinos, tienen el sello capitalista y en ellos se esconde un toque americano de fábricas del país vecino.
EL JUGUETE MEXICANO, ARTESANÍA SURGIDA DE LAS VIVENCIAS
Desde la época prehispánica, el juguete mexicano surgía a partir de la realidad que vivían nuestros ancestros, madera, barro cocido, goma, piedras, trapo y otros materiales daban salida a la fantasía que luego abrazaría a los niños. Y así fueron surgiendo a lo largo de los siglos las muñecas, los carritos de madera, los trompos, los valeros, las matracas, las canicas y muchos más. Ahora, esos juguetes tan bellos surgidos de la creatividad del mexicano y que en cierto tiempo se expresaron en exportaciones al extranjero, ya no tienen casi demanda. El plástico y la tecnología los borraron de la fantasía de los niños. Aquellos caballitos de madera, los trompos, los muñecos que alertaron a Carlos Collodi para crear a Pinocho, ya casi no se construyen. Ahora, en Nochebuena cuando “amanecen” juguetes o el día de Reyes, lo que prevalecerá será el juguete forjado en la tecnología y los materiales modernos. El sueño ancestral representado en juguetes terminó.
GABRIELA MISTRAL Y LA FANTASÍA DE UN JUGUETE QUE PARECÍA NIÑO
La creatividad del juguete mexicano se subsumía en vivencias reales. La niña que acunaba a una muñeca de trapo, pensaba en una niña que escuchaba su canto. El niño que navega en su barco recorre el mar de sus sueños y su carrito de redondas llantas de madera, se mueve y viaja por la vida mientras lo empuja, y el avioncito vuela. Los juegos de canicas, de valeros, de trompos, en la confrontación, van forjando la lucha por la vida. Las historias de los orígenes de esos juegos dejan claro cuál es la causa de su surgimiento y de cómo la actividad se reflejaba en el juguete de madera o el barro cocido, en la aparición de los incentivos de la vida humana. Ahora eso no se ve por ninguna parte, quizá en algunos mercados artesanales. Fue sustituido por las tecnologías, las redes que ofrecen otro tipo de alternativa. Como ellos en el pasado, lo sentía la Premio Nobel 1945, Gabriela Mistral cuando acunaba en sus brazos a algo similar a un niño, un muñeco con las características humanas que le recordaban al niño que había amado y dejado en México, hacía doce años. Parte de su poema lo recuerda:
Niño mexicano
En mis rodillas parece,
flecha caída del cielo
y como flecha lo afilo
meciéndolo y canturreando.
Resinas de pino ocote
van de su nuca a mis brazos
y es pesado y es ligero,
de ser la flecha del arco.
Hace doce años dejé,
a mi niño mexicano,
pero despierta o durmiendo,
yo lo peino con mis manos.