Cumbres climáticas, ¿realmente útiles para ayudar al planeta?

Cumbres climáticas, ¿realmente útiles para ayudar al planeta?

Foto: Xinhua

Desde el pasado 30 de enero y hasta el 12 de diciembre se celebró la edición 28 de la Conferencia de las Partes (COP 28) de las Naciones Unidas Sobre el Cambio Climático, una de las cumbres internacionales más importantes para fijar acciones contra el cambio climático. Si bien cada año es noticia por las decisiones que ahí se toman, estas no siempre se ven reflejadas en hechos tangibles.

 

La COP se basa en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) que está en vigor desde marzo de 1994, de la cual están suscritos 197 países, las “Partes”. La primera edición se hizo en 1995 y, desde entonces, líderes y organizaciones de todo el mundo se reúnen con la meta de afrontar los desafíos del cambio climático.

 

La COP se lleva a cabo una vez al año y en ella participan especialistas técnicos, ministros y mandatarios de estado, así como organizaciones no gubernamentales que dan su punto de vista acerca del momento que atraviesa el planeta. El principal motivo es que las Partes tomen decisiones de manera unánime para fijar objetivos de acción contra el cambio climático.

 

Estas cumbres normalmente se dividen en dos momentos: los primeros días o la primera semana se efectúan las conferencias, exposiciones y análisis técnicos. Al final es cuando se dan los acuerdos y convenios más significativos.

 

Si bien cada año están ahí las personas con mayor capacidad de injerencia y quienes pueden influir en los cambios más grandes, esto no siempre sucede. ¿Se han tomado acciones contundentes? ¿Qué acciones han servido?

 

Uno de los tratados más importantes han sido los “Acuerdos de París”, firmados en 2015 durante la COP 21 celebrada en París, Francia. Es un tratado jurídicamente vinculante, es decir, obligado a cumplirse, y su meta es limitar los efectos del calentamiento global para que el planeta no supere los 2 grados centígrados y, de ser posible, que se mantenga debajo de los 1.5 grados. Está planeado en distintas fases y para culminar en el 2050.

 

En 2020 se hizo el primer análisis y, de acuerdo a la CMNUCC, hasta septiembre del 2023 los resultados estaban lejos de llegar a la meta, pues todavía no se daban los avances necesarios para lograr la reducción de gases de efecto invernadero (GEI) que limiten la temperatura de la tierra en 1.5 grados.

 

La ONU considera que, para llegar a la meta, los 196 países firmantes deben empezar a cambiar sus prácticas agrícolas, revertir la deforestación, y más importante, apostar por un nuevo modelo de energías renovables, dejando de lado los combustibles fósiles. Amnistía Internacional, por su parte, denuncia que se han querido vender alternativas falsas como ecológicas, caso del gas natural, pero que en realidad son altamente contaminantes.

 

A esto se suma que hay casos en que los países no hacen ni el mínimo para sumar a los objetivos, caso de India y China, que son los mayores emisores de GEI, u otros que abandonaron temporalmente el acuerdo, como Estados Unidos, que con Donald Trump quedó fuera del acuerdo en 2020 y regresó en 2021 con Joe Biden.

 

Por otra parte, está la primera, la COP 1 de Berlín, Alemania en 1995, que apenas alcanzaba los 118 participantes, pero fue en esta que se dio un importante avance al hacer el reconocimiento del cambio climático como una amenaza real para la humanidad. Gracias a esto, se lograron los primeros estudios técnicos en torno a los desafíos de este problema y, en lo posterior, se inició el debate para adoptar medidas que sirvieran para mitigar las consecuencias de este fenómeno.

 

 

La COP 1 tuvo su mayor resultado dos años después con la COP 3 de Kioto, Japón, ejecutada en 1997 y que concluyó en la firma del “Protocolo de Kioto”, siendo este el primer gran acuerdo en materia climática. Este obligaba a los países firmantes, 169 para ese momento, a adoptar leyes y normas más estrictas que frenaran las consecuencias del cambio climático.

 

El objetivo concreto era disminuir las emisiones de GEI en no menos del 5 % en comparación con lo registrado en 1990, esto para el 2008 o a más tardar el 2012. Sin embargo, pocos países hicieron acciones realmente impactantes para reducir los GEI, y entre estos no se incluyó a los que más generan contaminación, como Estados Unidos, China o India. En 1990 las emisiones de CO2 a nivel mundial eran superiores a las 25,000 millones de toneladas, y para el 2022 ya eran más de 36,000 millones de toneladas.

 

El pasado 12 de diciembre finalizó la COP 28 en Expo City, Dubai, en medio de críticas por privilegiar los intereses de los países que más producen energías fósiles, sobre la necesaria transición energética. Si bien, una vez más se habló de medidas para reducir las emisiones de GEI, no se planteó la eliminación absoluta de energías fósiles y contaminantes.

 

Materias primas como el petróleo, el carbón y el gas natural todavía son contemplados para su uso en el futuro inmediato y la meta de emisiones cero sigue fincada para el año 2050. Con esto, los países que ya podrían empezar a dejar de lado estos combustibles no se comprometen a suprimirlos y, por el contrario, se mantiene abierta la venta para su comercialización.

 

Si bien se dieron pronunciamientos importantes respecto a lo que implica el cambio climático en las violaciones de derechos humanos o cómo afecta más a unos grupos que a otros, una vez más no se concretaron metas firmes para mitigar el cambio climático en el corto plazo.

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