Rechazar una invitación, incluso a un acto al que preferirías no asistir, puede parecer una grosería imperdonable, pero la gente suele sobrestimar las consecuencias sociales de decir que no, según una investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología.
"Una vez me invitaron a un evento al que no quería asistir en absoluto, pero asistí igualmente porque me ponía nervioso que la persona que me había invitado se enfadara si no lo hacía, y esa parece ser una experiencia común", afirmó el autor principal, Julian Givi, doctor y profesor adjunto de la Universidad de Virginia Occidental.
Según el científico, la investigación demuestra, sin embargo, que las consecuencias negativas de decir que "no" son mucho menos graves de lo que cabría esperar.
Más de tres cuartas partes de los encuestados (77%) en un estudio piloto confesaron haber aceptado una invitación a una actividad a la que no querían asistir porque les preocupaban las consecuencias de declinarla. Para examinar si estos temores eran infundados, los investigadores realizaron cinco experimentos con más de 2.000 participantes en total.
En uno de las comprobaciones, los investigadores pidieron a los participantes que leyeran un escenario en el que invitaban o eran invitados por uno de sus amigos a una cena un sábado por la noche en un restaurante local con un chef famoso. A los participantes que recibieron la invitación se les dijo que imaginaran que la rechazaban porque ya tenían planes para el día y querían pasar la noche en casa relajándose.
Los investigadores descubrieron que los participantes que imaginaban que rechazaban la invitación de su amigo a menudo creían que eso tendría consecuencias negativas inmediatas en su relación.
"En todos nuestros experimentos, descubrimos sistemáticamente que los invitados sobrestiman las consecuencias negativas que surgen a los ojos de los invitados tras el rechazo de una invitación. La gente tiende a exagerar el grado en que la persona que emitió la invitación se centrará en el acto del invitado de declinar la invitación en contraposición a los pensamientos que pasaron por su cabeza antes de declinarla", destacó Givi.
En otro experimento, los investigadores reclutaron a 160 personas para que participaran en la denominada encuesta de parejas. En primer lugar, se pidió a uno de los miembros de la pareja que abandonara la sala donde se estaba realizando la encuesta. El participante restante escribió una invitación a su pareja para una actividad que le gustaría hacer en las próximas semanas, como ver una película, comer en un restaurante o ir de excursión a un parque.
A continuación, salieron de la sala y su compañero regresó. Al leer la invitación, se pedía a la pareja que escribiera un rechazo que dijera algo parecido a: "Quiero quedarme en casa y relajarme". Después, la pareja volvía a cambiar de sitio para que la persona que había escrito la invitación pudiera leer el rechazo.
Independientemente de la duración de la relación de pareja, los investigadores descubrieron que la persona que rechazaba la invitación de su pareja a una actividad divertida tendía a creer que su pareja se enfadaría más o a sentir que el rechazo significaba que no se preocupaba por su pareja de lo que realmente lo hacía.
Los investigadores creen que sus hallazgos demuestran que las personas sobrestiman sistemáticamente lo disgustada que se pondrá una persona cuando rechace una invitación, incluso si mantienen una relación estrecha y duradera.
"Aunque ha habido ocasiones en las que me he sentido un poco molesto con alguien que declinaba una invitación, nuestra investigación nos da bastantes buenas razones para predecir que las personas sobrestimamos las consecuencias negativas para nuestras relaciones", subrayó Givi.
SIn embargo, hay que tener en cuenta que en todos los casos del nuevo estudio se trataba de actividades poco arriesgadas, a diferencia de acontecimientos importantes como una boda o una fiesta de bienvenida al bebé. Los autores señalan que perderse esos acontecimientos puede tener un mayor impacto en las relaciones. El estudio tampoco aborda los efectos de rechazar repetidamente las ofertas de un amigo o de cancelar los planes existentes en el último minuto. Los autores señalan que las expectativas sociales pueden variar de una cultura a otra, lo que podría influir en los resultados.
Y concluyen que los resultados no deberían disuadir a la gente de asistir a eventos sociales. Las relaciones sólidas son fundamentales para la salud, ya que evitan la soledad, aumentan el bienestar mental y pueden incluso mejorar la salud cardiaca y otros indicadores físicos.