Los debates electorales son espacios de confrontación de ideas y propuestas entre los candidatos a un cargo público, en el caso más próximo de México, la Presidencia de la República, siendo su objetivo informar a la ciudadanía sobre las opciones políticas en contienda y facilitar la toma de decisiones de los votantes.
Los debates pueden tener diferentes formatos, que varían según el número de participantes, el rol de los moderadores, la participación ciudadana, los temas a tratar, el tiempo asignado, el orden de intervención y el tipo de interacción entre los contendientes.
El Instituto Nacional Electoral (INE), en el caso de México, es el encargado de organizar y regular los debates presidenciales, de acuerdo con la legislación vigente.
Apenas ayer, el INE aprobó los formatos de los tres debates que se llevarán a cabo en el marco del proceso electoral de 2024, que incluyen innovaciones respecto a experiencias anteriores.
Por ejemplo, se prevé que haya más dinamismo, más interacción, más presencia de personas en el espacio del debate, más participación ciudadana mediante videos y preguntas en vivo, así como diversidad de temas regionales.
¿Para qué sirven los debates?
De acuerdo con algunos estudios, los debates pueden tener efectos tanto en la intención de voto como en la participación electoral, aunque estos efectos dependen de varios factores, como el nivel educativo, la lealtad partidista, la indecisión, la competitividad y la expectativa de los electores.
En general, se considera que los debates pueden servir para informar a los votantes sobre las propuestas, los perfiles y las posturas de los candidatos sobre diversos temas de interés público.
También pueden ayudar a comparar y contrastar las opciones políticas en contienda y evaluar sus fortalezas y debilidades; movilizar a los votantes, ya sea para reafirmar su preferencia, para cambiarla o para decidirse por alguna opción.
Asimismo, permiten generar opinión y debate públicos sobre los asuntos relevantes para el país, además de fortalecer la cultura democrática y el ejercicio de la ciudadanía.
¿Qué tanta influencia tiene en los votantes?
Los debates pueden tener efectos tanto en la intención de voto como en la participación electoral, aunque estos efectos dependen de factores múltiples como el nivel educativo, la lealtad partidista, la indecisión, la competitividad y la expectativa de los electores.
En el caso de México, los debates electorales presidenciales se han llevado a cabo desde 1994, pero han cobrado mayor relevancia en los últimos años, debido a la mayor pluralidad política y a la innovación en los formatos.
Por ejemplo, en 2012 se hizo un tercer debate organizado por el movimiento estudiantil #YoSoy132, que buscó romper con el esquema tradicional y dar mayor dinamismo e interacción a los candidatos.
En 2018 también se hicieron tres debates oficiales con la participación de moderadores, auditorio y ciudadanos en vivo, que cuestionaron y confrontaron a los contendientes.
Según algunos análisis, los debates de 2012 y 2018 tuvieron una influencia variable en los votantes, pues se observó que los debates incrementaron la calidad deliberativa de los candidatos, es decir, su capacidad para justificar sus posturas y relacionarse con los demás.
Por otro lado, se encontró que los debates no alteraron sustancialmente el escenario político, ya que la mayoría de los electores ya tenían definida su preferencia o su rechazo hacia algún candidato.
Aun así, los debates electorales en México son una oportunidad para que los ciudadanos se informen y comparen las opciones políticas en contienda, pues aunque podrían no ser determinantes para el resultado de las elecciones, su utilidad dependerá de la calidad de la información que se brinde.