¿Qué pasaría si una persona adulta se sintiera identificada con una edad diferente a la que tiene biológicamente? ¿Y si quisiera cambiar su apariencia, su nombre y sus documentos para reflejar esa edad? Esta es la realidad de algunas personas que se definen como transedad, una nueva ideología de identidad que cuestiona la noción de edad como una categoría fija.
La transedad es un concepto que surge de la idea de que la edad biológica no coincide necesariamente con la edad mental o emocional. Por lo tanto, una persona transedad se siente más joven o vieja de lo que indica su fecha de nacimiento y desea vivir de acuerdo con su edad sentida, adoptando el rol, el estilo de vida y los derechos de esa etapa.
El caso más conocido de transedad es el de Paul Wolscht, un canadiense de 52 años que se identifica como una niña de seis años llamada Stefonknee. Wolscht abandonó a su esposa y sus siete hijos para vivir con una familia adoptiva que lo trata como una hija pequeña.
Sin embargo, la transedad no es solo un fenómeno de personas mayores que quieren rejuvenecer. También hay casos de personas jóvenes que se sienten mayores de lo que son, como el de Gaia, una italiana de 23 años que se considera una anciana de 80 años, o el de Nano, una noruega de 20 años que se identifica como una gata de 16 años.
La transedad plantea numerosos desafíos y complicaciones, tanto a nivel personal como social. Las personas transedad pueden enfrentarse al rechazo, la incomprensión y la discriminación de su entorno, así como a problemas de salud mental, autoestima y adaptación.
Por otro lado, la transedad puede tener implicaciones legales, éticas y morales, como el derecho a cambiar el nombre y el sexo en los documentos oficiales, el acceso a la educación, el trabajo, la jubilación, la seguridad social, el matrimonio, la adopción, el consentimiento sexual y la responsabilidad penal.
La transedad es una realidad que cuestiona los límites de la edad y abre un debate sobre la identidad, la libertad, la diversidad y el respeto. Algunos expertos cuestionan si la transedad es una forma legítima de expresión personal o una patología que requiere tratamiento.
También despierta inquietudes sobre si la sociedad debe aceptar y reconocer a las personas transedad o ponerles límites y condiciones. Aunque finalmente este es un fenómeno emergente y controvertido.