Una investigación de la Universidad Eötvös Loránd, en Hungría, encontró que los perros interpretan los gestos humanos en términos de dirección espacial y no mediante la señalización de objetos. Según un comunicado de la universidad, este "sesgo espacial" podría reflejar cómo piensan los perros, priorizando la ubicación por encima de las características del objeto.
Este sesgo espacial se trata de la interpretación de la información con respecto al espacio, la ubicación, o la distancia, cuando la misma información fácilmente podría aplicarse a un objeto. Por ejemplo, cuando una persona señala a un objeto, un niño interpreta el gesto como un señalamiento a éste, mientras un perro tomará el gesto como una señal de dirección.
Para determinar si este sesgo espacial tiene origen sensorial, cognitivo o mixto, los investigadores detectaron y midieron las diferencias entre las habilidades visuales y cognitivas de los perros. Para esto, los autores del estudio midieron qué tan corta es la cabeza de los 82 caninos implicados en la investigación, por su correlación con la agudeza visual, y también evaluaron la eficacia con la que resuelven tareas problemáticas. En este sentido, encontraron una mayor agudeza visual en los perros con cabezas más cortas, conocidos científicamente como braquicéfalos, quienes desarrollan una visión más similar a la humana.
Tras la medición de las habilidades cognitivas, el estudio encontró que el sesgo espacial es mejor en perros con mejor agudeza visual y "mayor inteligencia". De esta forma, el sesgo espacial no es únicamente una cuestión sensorial, sino también una mentalidad, concluyeron los autores. Asimismo, los perros "más inteligentes" resultaron más resilientes en situaciones de aprendizaje difíciles y capaces de superar sus sesgos.
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Otro estudio de 2023 encontró que los perros responden con una mayor sensibilidad cerebral cuando se les habla directamente a ellos, en comparación con un habla orientada a adultos. Según otro grupo de investigadores de la Universidad Eötvös Loránd, la sensibilidad cerebral de estos caninos fue aún mayor en respuesta a voces femeninas.
De acuerdo con los investigadores, los cerebros de los niños son particularmente sensibles a un estilo específico de habla, caracterizada por una prosodia exagerada. Este tipo de habla ayuda al desarrollo cognitivo, social y del lenguaje de los niños, agregan los especialistas.
Según las conclusiones del estudio, los perros resultaron mayormente sensibles al habla orientada a ellos (y al habla orientada a niños), en comparación con un habla dirigida a adultos. Los investigadores aseguran, se trata de la primera evidencia neurológica de que el cerebro de los perros es especialmente sensible a la prosodia exagerada, particularmente en voces femeninas.
Un tercer estudio de dicha universidad resalta que el tamaño del cerebro de los perros de razas modernas es relativamente mayor al de razas antiguas con miles de años de antigüedad. Según los investigadores, el incremento en el tamaño del cerebro no puede atribuirse a la historia de vida de las razas, por lo cual probablemente se vincule a la urbanización y un entorno social más complejo. (Notipress)