Problemas sociales como la violencia y las crisis sanitarias como la pandemia del covid-19 han provocado que miles de menores queden en orfandad, convirtiéndose en una grave problemática por lo complejo que llegan a ser los trámites de adopción en la mayoría de los países del mundo, incluido México.
El Día Mundial del Huérfano se conmemora el segundo lunes de noviembre, por lo que este 2023 se estableció el 13 de noviembre como la fecha para concientizar a la gente sobre el panorama actual que viven millones de niños en situación de orfandad.
Son muchos los factores que influyen para que un niño quede huérfano, pero en los últimos años la cifra de menores en orfandad se ha incrementado tanto por la delincuencia o por enfermedades, como fue el caso del covid-19.
Las cifras más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señalan que en el país hay aproximadamente 40,000 niños, niñas y jóvenes menores de edad que viven en situación de orfandad, todos distribuidos en más de 900 albergues a lo largo del país.
Sin embargo, los datos oficiales no están completamente actualizados, pues desde hace tres años la cifra de niños huérfanos en albergues del estado asciende a 1,000 niños, tan solo en Puebla, todos a la espera de ser adoptados.
Algunas organizaciones estiman, con base en reportes hemerográficos, que alrededor de 150 menores quedaron huérfanos durante la pandemia del covid-19 en Puebla, debido a que sus padres o tutores perdieron la vida a consecuencia de esta enfermedad y no tuvieron algún familiar que pudiera hacerse cargo de ellos.
¿Qué pasa con ellos?
El protocolo que se aplica para la protección de menores en orfandad es similar en todos los estados de la república, pues está homologado con el Sistema Nacional DIF, incluso existe un protocolo especial para la atención de menores en orfandad cuyas madres fueron víctimas de delitos como feminicidio.
Es por ello que, para atender a este sector de la infancia, lo primero es dar parte a las autoridades correspondientes para tener a resguardo al menor, que en este caso sería el Sistema Estatal DIF o los sistemas municipales especializados en el desarrollo integral de la familia.
Posteriormente, estos sistemas se encargan de encontrar un albergue con capacidad para resguardar al menor, dependiendo de su ubicación, su edad y hasta su género, ya que existen algunas instituciones que se especializan en adolescentes y otras en bebés.
Los niños cuyos padres biológicos o tutores legales no estén en posibilidades de seguir cuidando al menor, ya sea por muerte o abandono, tendrán que estar en un albergue por un tiempo, mientras se verifica si existe algún familiar directo que pueda hacerse cargo de él.
Cuando hay familiares, pueden acudir y solicitar la custodia, dando inicio a un trámite legal para que un juez de lo familiar otorgue el resguardo para que finalmente pueda abandonar el albergue, de lo contrario tendría que quedarse a cuidado del estado.
La vigilancia y cuidado del estado sobre un menor en orfandad es la misma que recae sobre un padre o tutor legal o biológico, por lo que esta se mantendrá durante todo el periodo que corresponde a la minoría de edad.
Cuando el menor obtiene la mayoría de edad podrá tomar una decisión sobre su futuro, situación que con ocurre con la mayoría de los jóvenes que no son adoptados y que viven su infancia y adolescencia en algún albergue,
Dependiendo del lugar en el que estén resguardados, algunos albergues ofrecen capacitación para integrarse a la vida laboral, por lo que aunado a los estudios que hayan logrado podrían estar capacitados en algún oficio para que puedan sostenerse por su cuenta.
Actualmente las autoridades no tienen cifras oficiales acerca del número de menores que han sido dados en adopción; sin embargo, el INEGI señaló en un informe publicado en 2022 que a nivel nacional apenas 70 menores de edad han sido dados en adopción en todo el país, entre 2017 y 2021.
Esto confirma lo complejo que es para una familia promedio acceder a un proceso de adopción y concluirlo de forma exitosa, pues, si bien las autoridades señalan que los trámites son exigentes para garantizar la seguridad de los menores, lo cierto es que pueden llegar a ser casi imposibles de cubrir.