Cícero José de Oliveira, un campesino brasileño, sufrió la mordedura de una serpiente surucucú en la Amazonía brasileña mientras medía un terreno cerca del río Juma. La surucucú, reconocida por su tamaño y potente veneno, es la segunda serpiente más grande del mundo y atacó a Cícero, dejándolo con un dolor casi insufrible.
Tras el ataque, y con una pierna inmovilizada por el dolor, De Oliveira y sus compañeros quedaron atrapados en la selva durante cuatro días, sin agua ni alimentos, consumiendo únicamente palmitos. Su situación se reportó al Departamento Municipal de Salud el 30 de octubre.
El rescate fue llevado a cabo por Jeffite Cordeiro Ambrósio y José Augusto Antunes, técnicos en enfermería y miembros del Instituto Brasileño de Medioambiente, quienes se adentraron en la espesa selva y, después de seis horas y una travesía de 17 kilómetros, lograron encontrar al campesino y sus compañeros. Ambrósio, previamente informado sobre los peligros de la surucucú, administró un antídoto a De Oliveira para comenzar su recuperación.
El Instituto Butantan describe a la surucucú como una serpiente de más de tres metros de largo, con hábitos nocturnos y una dieta basada en mamíferos. A pesar de que las mordeduras de esta especie representan solo el 2 % del total registrado en Brasil, su veneno es extremadamente potente y peligroso.