Una mujer sueca de 50 años, que perdió la mano, recibió una prótesis de última generación. Se basa en una tecnología que se conecta directamente a los huesos, músculos y nervios del usuario, creando una interfaz hombre-máquina que permite a la IA convertir las señales cerebrales en movimientos precisos y sencillos.
La mujer, cuyo nombre completo se mantiene en secreto, tiene 50 años y perdió su mano en un accidente agrícola. Después de recibir la prótesis, tiene un sentido del tacto limitado y puede mover individualmente sus cinco dedos biónicos con una tasa de éxito del 95%. Y lo que es más, después de ponerse la mano protésica, el insoportable dolor fantasma, que según la mujer sentía como si su mano pasara por una picadora de carne, disminuyó significativamente.
"Controlo mejor mi prótesis, pero sobre todo mi dolor ha disminuido", afirma.
Para que la prótesis pudiera conectarse, se colocaron dos implantes en el cúbito y el radio. Un injerto muscular de su pierna se conectó a estos implantes, dando a los músculos y nervios seccionados del muñón del brazo de la mujer algo a lo que volver a unirse.
Dado que la prótesis se ancla directamente al hueso, los investigadores afirman que es mucho más cómoda de llevar que las prótesis convencionales de rótula.
Además, como los electrodos sensoriales están incrustados en el interior de la mano robótica y no en el exterior, la mano percibe la estimulación neural directa de forma uniforme y fiable.
Los investigadores, procedentes de Suecia, Italia y Australia, afirman que es la primera vez que una mano robótica con electrodos internos demuestra viabilidad a largo plazo para amputaciones por debajo del codo.
"El hecho de que [la mujer] haya podido utilizar su prótesis de forma cómoda y eficaz en sus actividades cotidianas durante años es un testimonio prometedor de la capacidad de esta novedosa tecnología para cambiar la vida de las personas que se enfrentan a la pérdida de una extremidad", declara el ingeniero en robótica Max Ortiz Catalán, que dirigió la investigación en el Instituto de Biónica de Melbourne (Australia) y el Centro de Investigación en Biónica y Dolor de Suecia (que él ayudó a fundar).
Según el ingeniero, gracias a esta integración se puede unir el miembro artificial directamente al esqueleto.
La mano protésica se llama Mia Hand y ha sido desarrollada por la empresa italiana Prensilia, especializada en dispositivos robóticos y biomédicos, y financiada por la Comisión Europea.