Guerras, violencia, pobreza, desastres naturales y un sinfín de noticias negativas son parte de lo que la mayoría de las personas consumen al navegar en Internet, prender la televisión o escuchar la radio, sin estar conscientes de que esto puede afectar su salud mental.
Aunque las noticias y el consumo de información, así como las malas noticias, siempre han estado presentes, algunos expertos aseguran que hoy en día la gente consume una mayor cantidad de información gracias a las redes sociales y los dispositivos móviles como tabletas y celulares.
Es por ello que en la actualidad existen algunos términos que permiten definir estas prácticas, así como los efectos que tienen en la salud de las personas. En el caso específico del consumo de noticias negativas, encontramos que se ha acuñado el término "doomscrolling".
El "doomscrolling" comenzó a tomar fuerza como objeto de estudio a raíz de la pandemia del covid-19, cuando la gente tenía más tiempo para estar frente a sus dispositivos móviles debido al confinamiento que se vivió durante los primeros meses.
Algunos expertos se percataron de que las personas consumían cada vez más información y que muchas veces la mayoría de esta tenía un tinte negativo, ya sea por la emergencia sanitaria, los problemas económicos y otras noticias negativas que se generaban de forma regional.
Quienes se han dedicado a estudiar los efectos que tiene el consumo de estas noticias en los humanos destacan que las personas tenemos una tendencia natural a la negatividad, por lo que las noticias adversas, fatídicas y hasta desalentadoras generan un mayor impacto y se graban con más facilidad en nuestra mente.
Un ejemplo es que las personas pueden recordar de mejor manera el número de muertos por un desastre natural como un sismo o una inundación, pero tienen menos posibilidad de recordar el número de medallas de oro que ganó su país en alguna competencia deportiva.
Históricamente, los seres humanos buscan constantemente satisfacer su incertidumbre indagando sobre aquellos temas que les preocupan, situación que se ha vuelto más fácil gracias a la accesibilidad de Internet y a los dispositivos móviles.
Es así que, si combinamos la facilidad que tienen las personas para acceder a la información y el arraigo que tienen las noticias negativas en nuestra mente, encontramos que existe una gran probabilidad de que la saturación de noticias negativas genere un impacto en nuestra salud mental.
Uno de los primeros efectos que se hallado es la alteración en los niveles de dopamina, la cual es un neurotransmisor que participa en la regulación de funciones básicas de los mamíferos como la conducta motora, la afectividad y la emotividad.
De este modo, algunos estudios señalan que el doomscrolling genera principalmente estrés, cambios de humor, problemas para dormir, depresión, agresividad y, en algunos casos, puede desarrollar en las personas estrés postraumático.
Esta situación se puede volver un poco más preocupante si tomamos en cuenta que prácticamente es imposible aislarse del mundo hoy en día, pues las personas no solamente tendrían que encerrarse en su casa sino que además tendrían que deshacerse de su televisión, su computadora, teléfono móvil y cancelar la suscripción de Internet.
Sin embargo, los expertos consideran que frenar los aspectos adversos que tienen en nuestra mente las noticias negativas depende exclusivamente de los hábitos que tengamos como consumidores de información y usuarios de Internet.
Por ejemplo, entre los hábitos que se promueven para evitar que las noticias negativas generen estrés en los usuarios es que utilicen las redes sociales para conocer personas y generar conversación, no solamente consumiendo contenido.
Otra forma de ayudar a nuestra salud mental con el bombardeo informativo es hablar justamente de las preocupaciones que este tipo de información genera, además de fortalecer este tipo de hechos con el consumo de contenidos positivos que ayuden a equilibrar la balanza.
Para las personas que ya han generado reacciones negativas en su salud por este tipo de actividad se recomienda hacer una depuración en el tipo de contenido que consumen, además de diversificar las aplicaciones y tratando de darle más importancia a aquellas que no tienen como fin dispersar contenido informativo.
Una de las medidas más drásticas y que puede ser considerada difícil para la mayoría de los usuarios es reducir de forma considerable el tiempo que pasas en línea o incluso limitarlo a lo mínimo necesario.