El dolor siempre ha sido un enigma que desafía la capacidad para definirlo de manera precisa. Esta experiencia sensorial se ha presentado como un fenómeno subjetivo, pues no solo se trata de una respuesta biológica, sino también de emociones y percepciones individuales, creando diversas sensaciones que varían de una persona a otra.
Por ello, en 1978, el Subcomité de Taxonomía de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor buscó una definición que ha sido aceptada por profesionales de la salud e investigadores en el campo del dolor, y adoptada por diversas organizaciones como la OMS.