En los últimos años se ha puesto más en el debate público la importancia de los derechos laborales y la igualdad de condiciones en el trabajo, por lo que se han hecho leyes que los respaldan, aunque aún hay áreas que requieren más protección laboral. Uno de los retos no resueltos es la proliferación de los trabajos no remunerados, importantes para la sociedad, pero que no reciben ningún pago.
Estos trabajos con frecuencia son hechos más por las mujeres, aunque no están lejos de la realidad de otras miles de personas en México. El trabajo no remunerado se define como aquel que se hace sin recibir algún tipo de ingreso o pago, además de que ni siquiera están reconocidos como empleos, carecen de regulación legal y, por consiguiente, no cuentan con contrato, tienen prestaciones de ley ni horarios establecidos, por lo que una jornada podría extenderse más que los de un trabajador formal.
Por lo general, no entran en ninguna estadística o medición, pero su existencia es primordial para el funcionamiento de la sociedad y alivia las finanzas del estado. Esto se ve con las labores como el cuidado, pues al no otorgarse algún tipo de apoyo gubernamental, el estado se ahorra millones de pesos en gasto que se podría destinar al cuidado de niñas y niños o personas con discapacidad.
Con el trabajo no remunerado también se hace que ciertas labores recaigan en un grupo de personas y con ello los demás puedan llevar a cabo sus actividades con normalidad. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las mujeres invierten tres veces más tiempo en actividades no remuneradas del hogar del que invierten los hombres. En 15 años, de 1997 a 2012, la brecha disminuyó solamente siete minutos.
Además, también supone un impacto significativo para la economía, ya que si se pagara sería un valor considerable. El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) informó que en el 2020 el trabajo no remunerado en el hogar fue de un valor de 6.4 billones de pesos; las mujeres son las que más aportaron con el 73.3 %. Dicha cifra era igual al 27.6 % del Producto Interno Bruto (PIB) de México en ese momento.
Hablar de trabajo no remunerado normalmente remite a las labores del hogar y al cuidado de personas como menores, pero en realidad hay una gran variedad de estas actividades que entran en la misma clasificación.
También está el trabajo como voluntarios, es decir, las actividades que efectúan las personas en las organizaciones sin fines de lucro como iglesias, asociaciones benéficas o para protección del medioambiente. Similar es el trabajo altruista en el que las personas ofrecen servicios de auxilio y apoyo sin pago de por medio.
Por otra parte, está el trabajo como el cuidado a personas con discapacidad o adultos mayores, pues son quienes, por su condición, se ven incapaces de valerse por su propia cuenta. Aunque hay profesionales que se preparan en áreas como enfermería para tratar adecuadamente las necesidades que requiera cada caso, en muchas ocasiones este trabajo “se da por hecho” y no es pagado.
Aunque es uno menos conocido y comentado, el apoyo a otros hogares también se ha convertido en uno de los trabajos no remunerados más comunes. Ayudando al cuidado, en situaciones de enfermedad o con tareas en servicios de limpieza, es una actividad que no se remunera como debería.
Quizá la más importante y que casi siempre recae en las mujeres es la crianza de los hijos menores. A parte de la administración del hogar, las mujeres son las que tienen en sus tareas la educación, actividades diarias, traslado, cuidado de la salud y orientación de los hijos, algo que no tiene algún tipo de pago y que se convierte en un trabajo de 24 horas, inclusive si ya se cuenta con un trabajo remunerado.
Según la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México 2021 del INEGI, los trabajos domésticos significaron nuevamente 6.8 billones de pesos que no se retribuyeron, el 26.3 % del PIB nacional. De todo esto, las mujeres aportaron 2.6 veces más valor que los hombres en cuanto al trabajo económico.