La frase "eres lo que comes" podría estar un poco equivocada, pues los alimentos no solo impactan al cuerpo. De acuerdo con un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), el vecindario donde se vive puede afectar la selección de comida, aumento de peso y hasta la estructura del cerebro.
El estudio, publicado el 15 de septiembre en la revista Communications Medicine, encontró que la mala calidad de alimentos disponibles aumenta la ingesta de calorías de comida alta en grasas trans. Por su parte, los entornos que no fomentan la actividad física pueden alterar la flexibilidad del procesamiento de la información en el cerebro involucrada en la regulación de emociones y cognición.
Según estudios anteriores, vivir en barrios con desventajas pueden impactar la salud del cerebro. Sin embargo, la nueva investigación analizó la corteza del cerebro para determinar cómo vivir en una puede cambiar regiones específicas del cerebro.
Por su parte, los resultados del estudio mostraron que las regiones del cerebro involucradas en la recompensa, emociones y adquisición del conocimiento y entendimiento podrían estar afectadas por el ambiente de un vecindario que contribuye a la obesidad. Lo anterior demuestra la importancia de dirigirse a los problemas relacionados con las dietas de calidad para proteger el cerebro, comentó Arpana Gupta, codirectora del Centro Goodman-Luskin.
"Los aspectos obesogénicos de la desventaja del vecindario, incluida la mala calidad de la dieta, pueden alterar la flexibilidad del procesamiento de la información en regiones involucradas en la recompensa, la regulación de las emociones y la cognición", concluye el estudio.
Un vecindario está en desventaja cuando combina factores como ingresos medio bajos, bajo nivel educativo, está apiñado y carece de plomería completa. En ese sentido, el estudio contó con 92 participantes que viven en Los Ángeles, para recabar datos como su masa corporal y el tipo de barrio en el que vivían.
Varios estudios previos señalaron que las personas que viven en vecindarios con desventajas tienen más posibilidades de padecer obesidad por la poca calidad de alimentos disponibles. Lo anterior, provoca un mayor consumo de comida procesada, pero si se suma un ambiente donde no se practiquen actividades físicas aumenta la posibilidad de sobrepeso.
En el estudio, los investigadores se enfocaron en la relación entre el índice de privación del área (ADI) y los resultados de la neuroimagen de cuatro niveles de la corteza cerebral. Lo anterior, explicaron para investigar la relación entre los barrios en desventaja y la estructura cerebral.
De acuerdo con los resultados, los peores niveles de ADI estaban asociados con cambios en la comunicación del cerebro de la región que son importantes para la interacción social. Otros cambios ocurrieron en las regiones relacionadas con las recompensas, regulación de emociones y el proceso cognitivo.
Por lo cual, los investigadores concluyeron que los factores prevalentes en los vecindarios desfavorecidos que fomentan una mala alimentación y un aumento de peso no saludable "alteran la flexibilidad del procesamiento de la información involucrada en la recompensa, la regulación de las emociones y la cognición". (NotiPress)