La policía australiana liberó a 14 niños que estaban siendo sometidos a torturas y maltratos en una “casa de los horrores” en Sidney. Los niños recibían una alimentación inadecuada que incluía comida para mascotas; sin embargo, la situación fue denunciada por las dos hermanas mayores, de 18 y 19 años, que decidieron alertar a las autoridades.
Cuando la policía ingresó al domicilio, encontró a los niños, los cuales tenían edades entre los siete meses y los 19 años, en condiciones “atroces”. Estaban rodeados de suciedad, llevaban ropa inapropiada y mostraban signos de extrema delgadez.
Los niños vivían prácticamente encerrados en su casa y no se les permitía asistir a la escuela ni recibir una alimentación adecuada. La madre pasaba todo el día con ellos, mientras que el padre, al regresar del trabajo, infligía castigos físicos y sicológicos, que incluían golpizas y torturas sicológicas.
Una de las niñas confesó que una forma de tortura fue presenciar cómo su padre maltrataba y torturaba a un gato que habían comprado para ella. Otra hermana fue obligada a cocinar todo el día para diez hombres que estuvieron en la casa.
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La policía logró la confesión de los niños y procedió a detener a sus padres, mientras los servicios sociales mantienen a los hermanos juntos mientras se toman decisiones sobre su futuro. Las hermanas mayores, de 18 y 19 años, asumieron la responsabilidad de cuidar a sus hermanos, a pesar de su corta edad, convirtiéndose en una especie de padres para mantener a la familia unida.
La responsable de la policía de Nueva Gales del Sur, Karen Webb, elogió el trabajo de los dos primeros agentes que atendieron a los niños y destacó su dedicación en el cuidado y vigilancia de los niños para mantenerlos juntos.
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