Hace 41 años, el entonces presidente José López Portillo anunció un hecho histórico, pero a la vez de terribles consecuencias para el país: la nacionalización de la banca, es decir, la expropiación de los bancos como respuesta a una de las peores crisis económicas.
El 1 de septiembre de 1982, en el último informe de gobierno, el expresidente José López Portillo se paró en el Congreso de la Unión para anunciar la que consideraba era la mejor medida ante los problemas económicos que atravesaba el país.
"He expedido en consecuencia dos decretos: uno que nacionaliza los bancos privados del país y otro que establece el control generalizado de cambios", fueron las palabras expresadas por López Portillo y que rápidamente tuvieron consecuencias a nivel mundial.
Si bien se trata de un hecho histórico, la mayoría de los economistas coinciden en que se trató de uno de los peores errores cometidos en la historia de México y que hasta hoy en día tiene repercusiones, pues México perdió por lo menos una década en crecimiento económico.
La crisis
José López Portillo tomó las riendas del gobierno con la misión de mejorar la administración de la riqueza que tuvo su predecesor: Luis Echeverría, quien curiosamente atravesó por condiciones similares a las que vivió López Portillo en la recta final de su sexenio.
Durante los primeros años del gobierno de López Portillo, México vivió el llamado 'boom petrolero', ya que recibía aproximadamente 100,000 millones de dólares por excedentes petroleros, lo cual es prácticamente la mitad de las reservas actuales del país en el extranjero.
En lugar de llevar una correcta administración de estos ingresos, que estaba teniendo el país por la venta del petróleo localizado en el Golfo de México, el gobierno de López Portillo decidió financiar obras suntuosas y adquirir empresas particulares como el Palacio de Hierro y acciones de Bimbo.
Además, el gobierno de López Portillo pidió dinero prestado a los organismos internacionales y bancos utilizando como aval el petróleo del país, sin contar con que los precios internacionales del petróleo comenzarían a bajar.
México llegó entonces a una de sus peores crisis económicas, pues el precio del dólar pasó de $12.50 a $3,000 y la inflación aumentó de un 191 % a 303 %, en tanto que la deuda externa se triplicó y las tasas de intereses en los bancos se fueron por los aires.
El 1 de septiembre de 1981, en su penúltimo informe de gobierno, José López Portillo dijo una de las frases más icónicas que se recuerden la política mexicana: "defendamos nuestro peso, esa es la estructura que conviene al país, esa es la estructura a la que me he comprometido a defender como perro".
La nacionalización
Su frase "defender el peso como perro" se quedó marcada en los anales de la historia mexicana, pero no dejaron la misma huella los resultados económicos que tuvo el último año en su gobierno y que lo llevaron a pedir perdón a los pobres el 1 de septiembre de 1982.
En su último informe de gobierno, José López Portillo anunció la nacionalización de la banca como una solución a la crisis. Aunque fue José López Portillo quien se encargó de ser el autor de este trágico episodio, sería su sucesor, Miguel de la Madrid, quien se encargaría de dar cumplimiento al decreto que supuestamente salvaría la economía del país.
Debido a los múltiples amparos que se presentaron por parte de los empresarios bancarios, no fue sino hasta 1983 cuando surtió efecto la nacionalización de la banca y la adquisición por parte del gobierno federal de 37 bancos privados.
Con este proyecto de nacionalización, el gobierno adquirió una deuda de 144,440 millones de pesos efectivos a pagarse en un plazo de 10 años, esto sin contar la reposición de valores que se acumularía durante el mismo periodo.
El gobierno también tuvo que pagar a los accionistas de los bancos sumas millonarias que en total ascendieron a 64,737 millones de pesos, todo mientras el país atravesaba una crisis de inversión extranjera por la desconfianza de los inversionistas.
Durante al menos una década, México sufrió los efectos de la nacionalización de la banca que se manifestaba en la debilidad del peso frente al dólar y que al final nos llevaría a una nueva devaluación.
En 1994, con el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, México volvió a ser visto como un país serio para la inversión extranjera; sin embargo, los especialistas consideran que toda la década de los 80 fue tiempo perdido para México que jamás podrá recuperar.
Además, se considera que la nacionalización de la banca no tuvo ningún impacto positivo si tomamos en cuenta que hoy en día los bancos nuevamente están en manos de la iniciativa privada.
Políticamente también tuvo repercusiones; antes de la nacionalización, el sector privado no tenía interés en la política, situación que cambió cuando los banqueros se vieron afectados por la nacionalización y comenzaron a fortalecer figuras políticas como el Partido Acción Nacional.
Además del rezago económico y el impacto político, socialmente podemos decir que hoy los mexicanos continúan pagando la deuda multimillonaria que se adquirió con la nacionalización de los bancos, manteniendo vigente la deuda externa que condiciona al país constantemente.