Desde hace siglos, México ha sido una región propensa a la actividad sísmica debido a su ubicación en la convergencia de placas tectónicas. Aunque la arquitectura se ha adaptado para resistir temblores, los recuerdos de sismos devastadores como el terremoto de 1985 o sucesos más recientes como los registrados el 19 de septiembre de 2017 mantiene en incertidumbre a la población.
Estos eventos han dejado cicatrices emocionales profundas en la población y han sembrado la semilla del temor, que brota cada vez que la tierra tiembla. Un sondeo hecho a poblanos, evidencia que este mes, genera una particular sensación de riesgo.
La mayoría de ciudadanos declara mantenerse escéptico al hecho de tener tres temblores registrados en la misma fecha, aunque no por ello bajan la guardia pues se mantienen preparados ante cualquier situación: “El hecho de que haya ocurrido en años consecutivos, es algo alarmante (...) la probabilidad de que ocurra, es algo ambiguo, pero es posible”.
Por otro lado, el temor es latente y aunque desde 1985 el país ha generado simulacros años con año, reforzado los planes de atención en caso de este desastre natural, los poblanos señalan que esto no podría ser suficiente pues en ese momento, la mayoría se bloquearía ante la situación.
“Creo tener algunas observaciones que han dado las autoridades, pero estar lista como tal, no. En ese momento colapsas” (...) “Estamos preparados, pero desde el punto de vista familiar, no así en el contexto autoridad, porque dejan mucho que desear”, declararon algunas personas.
La incertidumbre que rodea a los temblores puede ser paralizante y es que, a pesar de los avances tecnológicos y los sistemas de alerta temprana, la naturaleza impredecible de los sismos sigue generando ansiedad. El sonido de una alerta sísmica puede desencadenar una oleada de emociones y la tierra en movimiento evoca temores profundos que se remontan a generaciones pasadas.
Es importante que sepas que actualmente ninguna persona e institución en el mundo ha logrado establecer un procedimiento confiable para determinar fecha, ubicación, ni magnitud de un futuro sismo o determinar la inminencia de alguno. No es posible predecir temblores. No existe estudio científico, dispositivo o algún método que pueda hacerlo.
Por ello, es tu deber mantenerte informado sobre las rutas de evacuación en edificios y calles principales, así como tener brigadas capacitadas para tener una mejor atención de la población en caso de vivir el tan pensado, pero poco esperado, tercer temblor de septiembre.
A medida que el país avanza, la educación y la preparación se han convertido en herramientas vitales para enfrentar el temor a los temblores. Las campañas de concientización sobre la importancia de tener un plan de emergencia, los simulacros y la formación en primeros auxilios han desempeñado un papel fundamental en empoderar a la población y proporcionarles la confianza necesaria para actuar en situaciones de crisis.
“Siento que ya nos han educado de tal manera, que sabremos qué hacer y así podemos evitar accidentes”, declara otra ciudadana.
Pero junto con el temor, está la resiliencia característica de los mexicanos. A lo largo de los años, el país ha demostrado una capacidad asombrosa para unirse en momentos de crisis. Desde el terremoto de 1985 hasta los sismos más recientes, la solidaridad y el espíritu de comunidad han surgido como un bálsamo que alivia el temor. La respuesta inmediata de los ciudadanos, las brigadas de rescate y la asistencia mutua han demostrado que México no se rinde ante la adversidad.