Al hablar sobre los efectos de la humanidad en el planeta se suele pensar en cuestiones como el calentamiento global o la contaminación de algunos ecosistemas; no obstante, uno de los conceptos que cada año sale a relucir es la sobrecapacidad de la Tierra, que se refiere al consumo de los recursos del planeta sin comprometer los del futuro.
La sobrecapacidad de la Tierra afirma que a partir de hoy, 2 de agosto, la Tierra está en números negativos en cuanto a recursos se refiere. Esto quiere decir que la humanidad ha agotado todos los bienes y servicios naturales que el planeta generó para este año, sin dar oportunidad de que los ecosistemas puedan recuperarse o generar más para no comprometerse a futuro.
Esto lo reportó la organización Global Footprint Network en su análisis anual, señalando que para los últimos meses del 2023 estaremos sobreviviendo con un consumo excesivo y favoreciendo la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera. Desde 1971, cada vez que se hace este tipo de mediciones, la fecha de sobrecapacidad se da más temprano en el año.
Para determinar cuándo se va a llegar a esta fecha, la organización divide la biocapacidad del planeta, es decir, la cantidad de recursos ecológicos que la Tierra puede generar ese año, entre la huella ecológica que genera la humanidad para cumplir con sus necesidades y, finalmente, multiplicándolo por los 365 días del año.
La última vez que la sobrecapacidad de recursos llegó hasta diciembre fue en 1973, pero de ahí en adelante la tendencia, aunque ha tenido ligeras recuperaciones, en términos generales no ha hecho más que adelantarse año con año, acercándose cada vez más a los primeros seis meses.
En 2023 los recursos para la humanidad se agotaron en apenas 214 días, por lo que organizaciones en pro del cuidado del medioambiente, como WWF, afirman que necesitaríamos 1.75 veces los recursos del planeta para satisfacer nuestras necesidades durante todo el año. Se estima que para el fin de la década se necesitarán dos planetas para cubrir los requerimientos humanos.
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Las principales consecuencias de que se acaben los recursos están orientadas a la degradación de los ecosistemas y la contribución a los gases de efecto invernadero. Al no dar tiempo a que los recursos se regeneren, se terminan más ambientes, se intensifica la deforestación y, como resultado, también se pierden las especies animales y vegetales que habitaban en determinadas zonas.
Esto no es lo único, ya que se liberan gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono o el metano, y los ecosistemas restantes ya no son suficientes para procesarlos y seguir con los procesos naturales de limpieza, exacerbando el cambio climático y calentando más el planeta.
A esto se suma que se pone en riesgo la seguridad alimentaria de muchos países, puesto que las cadenas de suministro demoran más tiempo del que se les da para adaptarse a la alta demanda. Como efecto en cadena, esto acarrea problemas que se traducen en crisis económica por la incertidumbre ante la escasez de recursos.
Los problemas derivados de la sobrecapacidad se verán más pronunciados en los países con menos desarrollo, que son al mismo tiempo los que menos consumen. Según la Global Footprint Network, para que los recursos rindieran hasta el 20 de diciembre, como máximo, todos deberíamos vivir con el ritmo de consumo que se tiene en Jamaica.
En contraste, si se viviera como Catar, el día de sobrecapacidad se alcanzaría apenas el 10 de febrero; con el estilo de vida de Emiratos Árabes Unidos, Canadá o los Estados Unidos, apenas se llegaría al 13 de marzo. El consumo de México no es muy diferente al actual, ya que alcanzaría hasta el 31 de agosto.
Esto es un llamado, no solo para que los estilos y ritmos de consumo cambien, sino para que se replanteen las formas en que se cuida el planeta, se diseñan ciudades, se genera la energía y las maneras en que se llevan a cabo los procesos alimentarios.
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