Hasta hace algunas décadas, el cuidado de los niños durante sus primeros años de vida era un trabajo que se le asignaba de tiempo completo a las madres, pero con el ritmo de vida actual se ha vuelto una labor casi imposible.
Tomando en cuenta que la mayoría de los padres de familia deben de trabajar y son muy pocas las familias en las que solamente un ingreso es suficiente, muchas familias se ven obligadas a recurrir a las guarderías para el cuidado de sus hijos.
Aunque estas instituciones pueden ser polémicas, pues en más de una ocasión han protagonizado hechos lamentables por el cuidado o descuido de los menores, también es verdad que pueden tener ciertos beneficios.
Beneficios de las guarderías
Si bien el cuidado de los padres no será superado por ninguna institución y ninguna persona, incluso de la misma familia, las guarderías pueden aportar conocimientos que los niños no adquirirían en su propio hogar.
Independientemente de que lo hagan por gusto o por necesidad, los bebés que llegan a una guardería tienen ciertas ventajas en su desarrollo y al menos en el caso de México está permitido su ingreso a partir de los tres meses.
Las guarderías tienen un horario al igual que las escuelas, a partir del nivel preescolar, por lo que únicamente se encargan del cuidado de los menores de lunes a viernes y las inasistencias también son sancionadas e incluso podrían causar la baja del menor.
Esto beneficia tanto a los padres como a los menores, pues desde temprana edad aprenden a seguir una rutina y tienen menos complicaciones para adaptarse a los horarios de un sistema escolar obligatorio como podría ser el preescolar.
Cuando un niño está en su casa, únicamente con sus padres o algún hermano, el proceso de socialización no es el mismo que el que obtendría a través de una guardería y este es considerado otro de los beneficios, pues convivir con otras personas lo ayudan a ser más sociable en el futuro.
Las guarderías no son únicamente un centro de cuidado mientras los padres trabajan, sino que también se encargan de proveer de actividades a los menores, las cuales repercuten directamente en el desarrollo de capacidades intelectuales y estimulación temprana.
Los menores que van a una guardería también tienen un mayor desgaste físico que aquellos que no lo hacen, pues juegan con otras personas, emprenden otro tipo de actividades e incluso tienen más aprovechamiento de su energía, lo que puede favorecer a su desarrollo corporal.
De manera porcentual y no general, los niños que acuden a una guardería tienden a desarrollar más rápido sus habilidades de lenguaje, pues reciben por parte del personal de estas instituciones una serie de ejercicios que los ayuda a hablar más rápido.
El maternal es conocido como una escolarización temprana, por lo que hay más probabilidades de que los niños aprendan aspectos básicos como los colores, números y algunas letras, lo cual facilitará su proceso de aprendizaje cuando lleguen al preescolar.
La edad límite para que un niño pueda estar en la guardería es hasta los tres años, ya que después de esto se vuelve obligatorio su ingreso al preescolar, por lo que aquellos menores que hacen este proceso de transición, les resulta más fácil que aquellos que nunca fueron a una guardería.
Aunque esto no de forma definitiva y general, los porcentajes de una transición exitosa del maternal al preescolar sí son mejores que para los niños que deben de salir de casa por primera vez para ingresar a un aula.
Los papás de los menores que fueron a una guardería también tienen una transición más fácil, pues ya estaban acostumbrados a los horarios escolares y a la responsabilidad de llevar a los niños a la escuela.