En el hemisferio norte del planeta estamos en verano, la estación del año en la que los rayos del sol se reciben casi perpendicularmente lo que provoca una mayor radiación y por tanto más calor. En esta semana, la Organización Meteorológica Mundial declaró la primera semana de julio como “la más calurosa de la historia” o al menos desde que los humanos llevamos registros. ¿Cómo responde la Economía ante este problema que pone en riesgo la vida?
Estamos viviendo una intensa ola de calor en el país, es histórico; hasta el 15 de julio se contabilizaron 121 muertes asociadas a las altas temperaturas, aunque este número podría estar subestimado. En Estados Unidos la cifra suma casi 300; en España, el año pasado fueron 1350 defunciones y se estima que este año se triplicará. En el mundo mueren entre 8 y 10 millones de personas al año a causa del calor extremo.
China y la India alcanzaron temperaturas que, en algunas regiones, superan los 50 grados Celsius, suficiente para cocinar en las calles. Aunque no hay evidencia empírica, se debate científicamente cuál es la temperatura máxima que puede soportar el ser humano, algunos estudios señalan que los 55 grados son el umbral de la muerte, mientras que a 60 grados el cuerpo humano se deshidrata en 10 minutos.
El aumento gradual y cada vez más evidente de la temperatura de la tierra se explica como una consecuencia antropogénica, es decir, por efectos de las actividades económicas con las que satisfacemos nuestras necesidades. Sin embargo, existe una corriente negacionista que en principio no admite el cambio climático y menos como consecuencia humana, para ellos se trata de un proceso cíclico natural por el que el planeta transita del calor a la glaciación.
La siguiente gráfica desmiente a los negacionistas, se muestran las temperaturas promedio mensuales del planeta desde 1880, los cambios son poco significativos hasta mediados del siglo XX, al término de la segunda guerra mundial, cuando se recuperaron las actividades industriales y se desarrolló una de las industrias más depredadoras y contaminantes: el turismo, se multiplicó por 100 el número de aviones de pasajeros, el vehículo con mayor emisión de dióxido de carbono.
Elaborado con datos de NASA (2023)
La Economía ecológica se ha encargado del estudio de los efectos antropogénicos (económicos) sobre la naturaleza y se han desarrollado un amplio espectro de soluciones ante el cambio climático, aquí mencionaremos las corrientes más importantes:
a) La perspectiva marxista, afirma que la acción humana es responsable del deterioro ambiental y el capitalismo es el más depredador de todos los modos de producción. La solución está en la abolición del capitalismo para alcanzar formas de cooperación sustentables. En una posición más radical proponen el crecimiento económico cero e incluso el decrecimiento económico que implica dejar de producir, disminuir el nivel de consumo y distribuir la riqueza actual.
b) Los desarrollistas, señalan que el nivel de contaminación es transitorio ya que conforme avance el desarrollo económico, el nivel tecnológico de los países permitirá disminuir los contaminantes. Por tanto, la solución es qué los países se desarrollen más rápidamente. Sin embargo, si todos los países pobres se industrializan como los ricos se corre el riesgo de que se cruce un umbral de deterioro ambiental y que el planeta ya no pueda regenerarse.
d) Los piguvianos, pertenecen a la escuela neoclásica y atribuyen a la naturaleza características de mercado. La solución es el mercado, según ellos asignar precios a los recursos naturales como el agua o los bosques incentiva la disminución del consumo; sancionar con multas o con impuestos a quienes contaminan permite la preservación del ambiente. No obstante, esto ha ocasionado que el “permiso para contaminar” sólo sea un privilegio para los ricos; es un círculo vicioso, los ricos explotan más recursos, se hacen más ricos y pueden pagar las multas e impuestos.
e) Los hipermodernos negacionistas, no admiten que los efectos climáticos tengan un origen económico y confían en que la tecnología todo lo resolverá. La propuesta más radical hasta ahora es reproducir artificialmente las condiciones de una glaciación. Una erupción volcánica, por ejemplo, lanza a la atmósfera cientos de toneladas de ceniza que reflejan la luz del sol y provocan una disminución de la temperatura. Esta corriente propone desde bombardear la atmósfera con ceniza sintética que bloquee los rayos solares hasta provocar erupciones volcánicas reales en distintos puntos del planeta.
Se llama geoingeniería solar y permitiría reducir la temperatura global hasta un grado centígrado. Uno de los mayores impulsores del proyecto es Bill Gates quien ha propuesto financiamiento público para llevarlo a cabo y la Casa Blanca se ha incluido también en el proyecto. La discusión ha llegado al Congreso de Estados Unidos donde un panel de expertos ha pedido que se prohíba la geoingeniería pues los efectos de un enfriamiento artificial del planeta podrían ser catastróficos.
Es arrogante por parte de nuestra especie intentar tener control sobre la temperatura de todo el planeta, no aprendimos nada de la pandemia. Hasta que no respetemos la Pacha-Mama nuestros veranos serán cada vez más extremos.
*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
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