Cada día en muchos ámbitos de la vida son más y más aceptados los tatuajes. En los trabajos ya no se puede discriminar a alguien por tener uno y el estigma social sobre el tipo de persona que los tiene ha cambiado. Sin embargo, algo de lo que no se habla con detalle es qué tan dolorosos llegan a ser, ya que en algunas partes del cuerpo es diferente el umbral de dolor.
Para aclarar este tipo de dudas, el tatuador Daniel Mancilla comentó, en entrevista para Imagen Poblana, que las partes más comunes en las que se pide un tatuaje suelen ser las más dolorosas. De igual forma, señaló que hay ocasiones en las que un cliente llega a tener consecuencias por no hacer caso a sus recomendaciones o por que no están conscientes del dolor que implica un tatuaje.
Él emprendió su estudio “Eternal Ink” hace año y medio, cerca del Infonavit San Pedro, por lo que se ha percatado de cuáles son las partes del cuerpo que más duelen y cuáles son las de menor intensidad. Algo que ha visto es que la gente no siempre tiene en cuenta que, en efecto, un tatuaje sí va a doler, a veces tolerable y otras con mayor tormento, pero es algo inevitable.
De manera concreta, nuestro entrevistado afirma que las zonas en las que más le piden y las que menos duele son en el antebrazo, el bíceps y el tríceps, pues ahí es donde hay más músculo y grasa corporal, por lo que la aguja no provoca la misma sensación, es más llevadero y dependiendo del tamaño y diseño, este no siempre aflige tanto.
Caso contrario de otras zonas donde no hay grasa o músculo y la aguja penetra más cerca de los nervios o un hueso. Estas partes son el cuello, el codo, las manos, los dedos y los nudillos. Relata que en su tiempo tatuando también ha hecho en la cabeza, puntualmente en la sien, pero los clientes no sienten lo mismo que en las zonas anteriores.
Él lo describió como un ardor soportable, pero en los espacios citados, llega a causar más dolor. Debido a esto, sabe que algunas personas llegan a desmayarse o a llorar, aunque él no ha atestiguado algo similar. Una de las experiencias que sí ha visto es que un chico llegó a hacerse varios tatuajes pequeños en el brazo, una zona que en teoría no duele tanto, pero que no había comido antes, por lo que se le bajó la presión y tuvieron que detener la sesión hasta que se recuperara.
Algo en lo que es claro y que reconoce es que las mujeres son más tolerantes al dolor, en comparación con los hombres. Al preguntarle sobre esto, Daniel responde lo siguiente:
“Depende de la persona, pero en general, las mujeres son más resistentes al dolor, quienes más piden tatuajes en el cuello son las mujeres. Los hombres soportan menos, ya sea en la espalda, las manos o el pecho”, comentó nuestro entrevistado.
Cuando se habla del dolor de un tatuaje siempre se habla de la zona en que se hace, pero no siempre del tamaño. Daniel afirma que el calvario puede ser mayor en un tatuaje de gran tamaño que, por ejemplo, vaya del hombro hasta la muñeca, que uno de pocos centímetros en las manos, los dedos o cerca de cualquier hueso.
Él siempre avisa a los clientes que habrá dolor y les recomienda que si es necesario paren por un momento o le avisen cuando sea demasiado. No obstante, hay quienes no lo hacen y terminan arruinando su tatuaje, ya sea por risa, movimientos nerviosos o porque retiraron el cuerpo repentinamente, lo que estropea el dibujo.
“La gente no es consciente del dolor. Si alguien llega y dice que quiere un tatuaje en alguna parte, ahí es donde les avisamos que les puede doler. Si la gente llega a cansarse les avisamos y hacemos una pequeña pausa para que descanse el cuerpo y continuamos en la misma zona”, dijo Daniel.
Finalmente, reiteró que es importante seguir las instrucciones de cuidado durante el tatuaje, ya sea que advierta para detenerse o que consideren bien la zona elegida. Además, se ha dado cuenta de que, si se da conversación con las personas, es más fácil que aguante y se olviden de la aflicción. En suma, también remarca que se deben seguir las recomendaciones al terminar, entiéndase no comer carne de puerco, no rascarse, no bañarse con agua demasiado caliente y tampoco exponerse en exceso al sol.