Jaden Smith, hijo del famoso actor Will Smith, declaró recientemente que Jada Pinkett Smith, su madre, fue la responsable de introducirlo a él y a toda su familia al uso de drogas sicodélicas. Sin embargo, esto no fue con intenciones de generar una adicción o con fines meramente recreativos, sino como una forma de abordar más sus problemas y desacuerdos.
Jaden emitió estas declaraciones durante el Psychedelic Science, una conferencia en la que se trata de abordar el uso de estas sustancias desde una perspectiva más integral y sin estigmas. A pesar de esto, el consumo de estas drogas aún es blanco de críticas por quienes desconocen para qué funcionan realmente y sus aplicaciones para afecciones graves.
Los sicodélicos, a los que también se hace referencia como alucinógenos, son sustancias que tienen efecto principalmente en el sistema nervioso central, segregando más serotonina de lo normal. La serotonina es un neurotransmisor que se encarga de regular las emociones y el estado de ánimo, pero también se relaciona con el apetito sexual, el hambre y las funciones cognitivas.
Debido a esto, es común que con los altos niveles de serotonina se presenten alucinaciones en la percepción de la realidad, muy diferente a las consecuencias de otras drogas como la marihuana que es un depresor del sistema nervioso, o de la cocaína, que es un estimulante.
Gracias a estas alteraciones del sistema nervioso, con frecuencia las personas que son adeptas de los sicodélicos manifiestan un estado de consciencia más elevado y con distintas alucinaciones visuales. Algo que se suma a estas consignas es que la mayoría de estas sustancias se extraen de plantas u hongos.
Hay diferentes tipos de sustancias sicodélicas como la psilocibina que se obtiene de hongos, la mezcalina que se extrae del peyote, la ayahuasca que es de la misma planta. De manera sintetizada, se pueden hallar en el LSD o ácido, una de las más potentes que se obtiene también de hongos, el MDMA, éxtasis y la ketamina, casi todas con compuestos de las plantas referidas.
Antiguamente se usaban como parte esencial en ceremonias religiosas y chamánicas, aunque en los últimos años también se han popularizado para uso recreativo con el objetivo de llegar al autoconocimiento, inspiración creativa y alcance espiritual, pero también como tratamiento para enfermedades y trastornos mentales.
Uso clínico
A pesar de que se ha creado una idea sobre su consumo como drogas disociativas, algunos sicodélicos también tienen aplicación en el ámbito de la medicina y la siquiatría. Algunos avances han descubierto que son efectivos para trastornos como el estrés postraumático, insomnio, el obsesivo compulsivo, ansiedad, depresión y la esquizofrenia.
A los medicamentos desarrollados a base de sustancias sicoactivas se les conoce como sicofármacos, que funcionan puntualmente en el cerebro como reguladores y normalizadores químicos que causan desequilibrio por enfermedad. Las investigaciones para uso siquiátrico empezaron desde hace más de medio siglo en Estados Unidos.
Durante la década de 1950, se buscó emplearlas para padecimientos mentales e incluso para reducir el alcoholismo en algunos pacientes. Las indagatorias señalaron que surtía efecto para reducir el estrés y la ansiedad. Posteriormente, con el crecimiento de la contracultura y la corriente hippie, se prohibieron en 1970, pero se siguen haciendo avances en la materia.
Actualmente, se usan como tratamiento para la depresión, el estrés y los trastornos de comportamiento, incluso con aprobación de organizaciones reguladoras como la FDA de EU. Uno de los mayores retos en los que se busca emplearlos es con veteranos de guerra que sufren estrés postraumático y depresión después de haber sido enviados a combate.
Estatus legal en México
En México aún es muy controvertido en todos los sentidos, pues la falta de regulación pone en riesgo posibles tratamientos alternativos. La Ley General de Salud establece sanciones por suministrarlas a menores de edad o personas incapaces, con siete a 15 años de prisión. En términos generales, estas sustancias siguen siendo perseguidas por el estatuto internacional.
El MDMA, la mescalina, la psilocibina, la ketamina, el LSD y muchas otras sustancias están inscritas en la Lista I de Sustancias Sicotrópicas Sometidas a Fiscalización Internacional por acuerdo de la ONU desde 1971.
El Código Penal Federal el Título Séptimo en materia de Delitos Contra la Salud, en el capítulo uno, estipula que la tenencia, proselitismo, producción o dispendio de sicotrópicos y estupefacientes es motivo para sanciones de diez a 25 años de prisión y multas de 500 días de salario, de acuerdo a lo referido en el artículo 194.
Por otra parte, el artículo 195 dispone penas de cinco a 15 años y 100 a 300 días de multa monetaria por atentados contra la salud con el uso de alguna de estas sustancias, de acuerdo a los referidos en la Ley General de Salud.