En una gran variedad de animales salvajes es común escuchar sobre el instinto maternal, una conducta que sobrepasa la racionalidad y alude a la protección de las crías sobre cualquier circunstancia, todo con tal de preservar la especie. Hay un debate sobre qué tan real es este instinto en los humanos o si obedece más a una construcción social.
Se cree que el instinto maternal en las madres humanas es universal y con ello se explica que todas deben cumplir con una serie de comportamientos que se suponen “naturales”. La primicia es que se nace con la programación inherente de saber cómo cuidar, criar y querer a los hijos, no que sea algo que se aprende.
De manera contrastante, algo que sucede con frecuencia es que se escuchan noticias sobre madres que no solamente dejan desprotegidos a sus hijos, sino que los descuidan a tal grado que los menores están en condiciones deplorables, desnutridos o son violentados. Un caso que conmocionó en estos días fue el de una mujer que abandonó a su hijo para irse de vacaciones y al regresar lo halló muerto. Esto pone en tela de juicio qué tan cierto e inequívoco es el instinto maternal.
El instinto maternal en realidad podría tener explicación desde el embarazo, ya que desde ese momento suceden cambios biológicos y químicos en el cerebro que aumentan las reacciones de empatía y convivencia social. Algo más es que los niveles de oxitocina se incrementan durante la gestación, en el parto y después de este.
La oxitocina es la hormona encargada de crear unión entre la madre y su hijo, presente en mamíferos y que se genera naturalmente, también conocida como “hormona del amor”. La oxitocina también está relacionada con otras sensaciones de placer como los orgasmos, contacto entre personas con un vínculo y en general entre parejas. Para las madres influye en las contracciones del útero y la generación de leche materna, lo que hace que los lazos se hagan más fuertes.
En los animales parecería más claro y evidente que los cuidados a las crías son puramente instintivos, pero tal cosa tampoco sucede en ellos universalmente. En el 2015, un estudio publicado en la revista ‘Nature’ puso a ratones hembra vírgenes con las crías de otras hembras para analizar si verdaderamente las atendían por puro instinto.
Cuando las crías chillaban eran ignoradas y en ocasiones se las comían. El estudio consistía en inyectar con oxitocina y ahí fue cuando cambió el escenario, pues con los llamados de las crías se acercaban a ellas con la intención de cuidarlas y dejaban de comerlas. Comenzaron a comportarse como si fueran sus verdaderas madres, pero esto no fue algo instintivo, sino inducido. ¿En los humanos también se puede inducir el instinto de maternidad?
Para algunos, lo que se refiere al instinto maternal es realmente una construcción social que se aprende y que se ha erigido sobre las mujeres para que cumplan con normas de comportamiento en la maternidad. La Facultad de Sicología de la UNAM publicó un estudio en el que se afirma que, al ser conductas adoptadas, se puede renunciar a ellas.
La autora, Patricia Bedolla, explicó que la llamada “naturaleza humana” y el instinto materno no precisan todo lo que se refiere al término de la maternidad. Sostiene que, aunque parezca difícil de asimilar, el hecho de tener un cuerpo con la capacidad de gestar vida no es sinónimo de que se tenga la capacidad de darle amor o los cuidados propios de una madre a un neonato.
Por el contrario, precisó que esto se orienta más a una obligación social que presiona a las mujeres a sentirse mal por el hecho de no cuidar lo suficiente a sus hijos o, en el peor de los casos, considerar una “aberración” no quererlos como se supone que deban hacerlo.
Por otra parte, la licenciada en filosofía por la UAEMEX, Miriam Mendoza Alarcón, también comenta que la idea de maternidad es algo que tiene su origen en un sistema patriarcal que convierte la anatomía de un cuerpo en un constructo social. Asimismo, señala que la idea que se construye sobre las mujeres de que la maternidad es algo que “las completa” también suma a la necesidad (o imposición) de cumplir con este rol con más rectitud.
Desde el punto de vista científico hay indicios sobre cómo se forman los lazos de una madre con su hijo desde el embarazo y hasta que nace, pero en lo social se contrapone la idea de que esto no necesariamente es por una cuestión de “naturaleza humana”, sino por ideas que orillan a las madres a comportarse de cierta manera.