¿Lucha de clases en el mar? El rescate millonario de un submarino frente a la tragedia de migrantes

¿Lucha de clases en el mar? El rescate millonario de un submarino frente a la tragedia de migrantes

Foto: Freepik

Una pequeña embarcación que partió desde Egipto con rumbo a Italia, cargada con aproximadamente 700 migrantes de Siria, Egipto y Pakistán, naufragó a 76 kilómetros de la ciudad de Pilos, en Grecia. La negativa de las autoridades para atender el caso resultó en cerca de 100 muertos y cientos de desaparecidos. Tan solo seis días después, buques y helicópteros de Estados Unidos, así como vehículos submarinos operados a distancia desde Francia y varios aviones de las Fuerzas Armadas canadienses, fueron movilizados para buscar a 5 magnates que descendieron en un submarino privado para observar los restos del Titanic. 

 
Aunque ambos casos tienen contextos diferentes, la movilización millonaria de recursos deja en evidencia las prioridades de los gobiernos alrededor del mundo. Sin embargo, cuando se trata de vidas, la lucha de clases mantiene una posición dominante. 

 
Millones en turismo de exploración e investigación privada 

 
La compañía OceanGate Expeditions organizó el descenso turístico del submarino prototipo Titán, el único submarino en el mundo capaz de sumergirse a más de 4,000 pies de profundidad. El precio de un viaje es de poco más de 250 mil dólares y tiene una duración de 8 horas. 

 

Para poder descender, es necesario cumplir ciertos requisitos, como ser mayor de edad, ya que, a pesar de ser una atracción con estándares de seguridad, se considera de muy alto riesgo. El dinero que obtiene la empresa se utiliza para financiar investigaciones de exploración, una carga económica que los gobiernos no pueden permitirse y que deja espacio para la participación de entidades privadas. 

 

 

En contraste, los 700 pasajeros del barco pesquero que intentaba llegar a Europa estaban compuestos principalmente por migrantes que querían escapar de las situaciones de violencia y opresión en sus respectivos países. Durante su viaje, denunciaron ser amenazados y agredidos por traficantes egipcios, quienes les exigían dinero para poder completar el viaje, a pesar de que cada pasajero ya había pagado entre 4,000 y 6,000 euros. 

 

Durante 5 días naufragaron hacinados, sin comida ni agua, sin saber nadar y sin chalecos salvavidas. Antes de hundirse, lograron informar de su situación a la activista Nawal Soufi, quien dio aviso a los medios de comunicación. A pesar de la atención recibida, ninguna administración gubernamental dio un paso adelante para las labores de rescate y el barco finalmente se hundió. Hasta el momento, se han confirmado 79 víctimas, pero solo 104 personas lograron llegar a la costa, lo que sugiere que la cifra de víctimas mortales podría ascender a 600. La mayoría de los pasajeros eran mujeres y niños. Este hecho se ha calificado como uno de los mayores naufragios ocurridos en la ruta del Mediterráneo. 

 
Las políticas migratorias de la UE han sido calificadas en reiteradas ocasiones como impuestas bajo intereses partidistas, y no permiten abrir vías legales para el desembarco de los migrantes y su redistribución solidaria entre los países europeos. Esta situación se repite con frecuencia, sin que se logren efectuar cambios significativos para priorizar la vida de las personas. 

 
Solo en el mes de febrero, al menos 63 migrantes, incluidos 12 niños, perdieron la vida cuando el bote en el que viajaban se hundió en el mar frente a las costas del sur de Italia, en la ciudad costera de Crotone, en la región de Calabria. 

 

 

Según la agencia de noticias italiana Ansa, la embarcación transportaba al menos 150 pasajeros, y según el ministro del Interior de Italia, Matteo Piantedosi, al menos 30 personas desaparecieron después del naufragio. 

 

Por otro lado, en 2018, tres supervivientes de un naufragio de inmigrantes en el Mediterráneo declararon a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que al menos noventa personas murieron cuando su barco volcó frente a las costas libias. Diez cadáveres fueron encontrados en una playa cercana a la ciudad de Zuwara, uno de los puertos libios desde donde parten las embarcaciones que intentan cruzar el llamado "mar de la muerte" hacia Italia y Europa. 

 

De acuerdo con datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), desde el año 2014, hasta 2020, se han registrado más de 29,000 muertes, aunque la cifra real podría ser aun mayor dadas las dificultades para documentar a los llamados naufragios invisibles, aquellos que se pierden en el mar sin que se lleve a cabo ninguna búsqueda y rescate, pero los casos más difíciles de documentar son las muertes tras deportaciones, aunque ese es otro tema.

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