Ilegal, insalubre y dudosa procedencia, los riesgos de la ropa de paca

Ilegal, insalubre y dudosa procedencia, los riesgos de la ropa de paca

Foto: FreePik y Pixabay

Aunque siempre ha existido, en los últimos años se popularizó aún más la venta de ropa de paca o segunda mano. Ya sea por la idea de ser ecológica y evitar la compra y fabricación de más prendas, o también porque es mucho más barato que ir a una tienda a surtirse, esta ropa se ha hecho un negocio muy fructífero, pero hay muchas cosas negativas de las que no se habla.

 

Algo habitual es que sea proveniente de las tiendas de liquidación de Estados Unidos, donde se compra y manda a precio bajo para revenderla en otros países a muy bajo costo. Sin embargo, la Secretaría de Economía exige un permiso para la importación de ropa usada, que tendrá vigencia de tres meses y no deberá exceder los cinco kilogramos.

 

Las pacas oscilan en precios de 100 pesos hasta los 900 con un aproximado de 100 prendas. Algunas se venden en 20 pesos, pero si son de marcas reconocidas (Nike, Adidas, etc.), están en buen estado y llevan etiqueta alcanzan más de 150 pesos.

 

La mayoría que comercia con esta indumentaria no cumple con estos requisitos, lo que hace que la mayoría de los negocios sea irregular, pues carece de documentación o facturas que acredite su legalidad y procedencia. Esto no es el único impedimento por el que se debe regular la ropa de paca, pues también representa riesgos para la salud.

 

La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) ha advertido que la importación compacta y la forma en que se exhibe en tianguis, siempre al aire libre, la hace susceptible de transmitir enfermedades como hepatitis A, B y C, salmonelosis, tuberculosis, sarna, tiña; los alérgenos son parte de los riesgos, pero no los únicos, pues también derivan en enfermedades de transmisión sexual por fluidos que se quedan impregnados en la tela.

 

El peligro no ha acabado, pues al pasar por varios medios de transporte y diferentes ambientes, en diversas regiones, también hay transmisión de ácaros, pulgas, piojos, chinches, moho, hongos y parásitos que causan padecimientos respiratorios e infecciones en la piel.

 

Una de las incautaciones más recordadas por la Cofepris se dio en 2014, cuando se aseguraron 60.4 toneladas de ropa usada en San Luis Río Colorado, Sonora. Las prendas provenían, como no, de Estados Unidos y llamó la atención de las autoridades porque emanaba un olor pestilente, que dio cuenta de la falta de limpieza y potenciales riesgos para la salud.

 

Naturalmente, han surgido mitos alrededor de este negocio, ya que un rumor es que la ropa en realidad proviene de gente muerta. Al no haber ningún impedimento respecto al lugar de origen, se dice que la venta también incluye la indumentaria de aquellas personas que fallecieron en los hospitales, asilos, refugios o llegaron a las morgues con prendas en buenas condiciones.

 

¿Hay algo bueno en esta ropa?

 

La llamada fast fashion ha sido una de las industrias más criticadas en los últimos años, principalmente por aquellas personas que tienen conocimiento de lo que implican sus procesos de fabricación.

 

Según Greenpeace, la producción de ropa nueva contribuye el 10 % de las emisiones de CO2 en todo el mundo, además de que las fibras de los materiales generan microplásticos e incluyen grandes cantidades de químicos que contaminan el agua. También se utilizan aproximadamente 7,500 litros de agua solo para la fabricación de un par de pantalones.

 

Ante este escenario, el empleo de ropa de segunda mano se ve como una alternativa para reducir el consumo de recursos y cuidar el ambiente. Alargar la vida de una prenda también ayuda a no deshacerse inmediatamente de productos que tardarían décadas en degradarse naturalmente.

 

De igual manera, es una forma de tener acceso a ropa con precios más accesibles de los que se ven originalmente en tiendas. Para aminorar los riesgos de alguna infección, lo recomendable es que cada vez que se compre, se lave antes de usarlas por primera vez, eliminando así químicos o patógenos que van en la tela.

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